post_type:dossier
Array ( [0] => 98144 [1] => 98145 [2] => 98146 [3] => 98147 [4] => 98148 [5] => 98149 [6] => 98150 [7] => 98151 [8] => 98152 [9] => 98153 [10] => 98154 ) 1
size_articulos_ids: 11
Current ID: 98150
Current pos: 6
Articulo anterior: Juan Carlos Martínez
Articulo siguiente: Trish Morrissey / Romain Mader
prevID: 98149
nextID: 98151
anterior

Rob Honstra

siguiente
Sochi

Rob Honstra. Shooting gallery at the boulevard of Loo, Russia, 2011. Courtesy of the artist.

The Sochi Project

Sochi es para todos la ciudad rusa que fue la sede de los últimos juegos olímpicos de invierno. Sin embargo, para los rusos, siempre ha sido una ciudad de verano. Una ciudad que en invierno se quedaba muerta y sólo con la llegada del sol volvía a la vida. Y así ha sido desde el tiempo de los zares y hasta el de Stalin, que no perdonaba sus meses de descanso entre cosmonautas, actores y demás miembros de la jet set soviética. Pero por encima de todo, Sochi era el destino de los trabajadores: llegaban por miles en trenes que viajaban durante días, huyendo de la nieve, en busca de las palmeras, del mar y, sobre todo, de los balnearios. El premio por el trabajo duro eran un par de semanas en las que dejar el tiempo correr en estos palacios del proletariado, entre masajes, burbujas, baños de arcilla, aguas sulfurosas y tés de hierbas.

Illustration
Rob Honstra. Sanatorium Ordzhonikidze, Sochi, Russia, 2009. Courtesy of the artist.

Rob Hornstra se ha pasado los últimos cinco años a orillas del Mar Negro, de balneario en balneario, y mientras tanto ha estado haciéndole fotos a esta ciudad de verano en un ejercicio de lo que él denomina “periodismo lento”. Las imágenes de The Sochi Project son el resultado de una investigación pausada y profunda, involucrada, que araña la superficie brillante de las vacaciones para dejar entrever el complejo fondo de conflictos políticos que ha dejado marcada a esta región y a quienes la habitan. Se trata de una zona de choques y de roces, y de contrastes: las ruinas de los palacios del proletariado resisten a duras penas junto a los nuevos hoteles de superlujo y las macrodiscotecas del capitalismo. Desde que Putin decidió que Sochi sería una ciudad de invierno, las cosas ya no son lo que eran –muchos de los balnearios se remodelaron para acomodar a deportistas de élite de todo el mundo, y sus obsoletos tratamientos se sustituyeron por otros más punteros. Estas fotografías de Hornstra son el valioso documento del fin de la vieja Sochi, de su decadencia y de su transformación, de los últimos coletazos de un tiempo libre y lento del siglo pasado.

Illustration
Rob Honstra. Dima, Matsesta Spa, Matsesta, Russia, 2009.

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete