El retrato de nadie
¿Puede una fotografía ser el retrato de nadie? Posiblemente, de igual manera que una fotografía podría ser el retrato de cualquiera, tal vez de muchos. Hay en la fotografía, desde sus inicios, cientos, sino miles, de retratos de personas que ocultan su identidad detrás de una máscara. Que no son nadie, pero que pueden ser cualquiera. Ralph Eugene Meatyard era un óptico profesional que practicaba la fotografía como amateur, un amateur muy especial, pues ha dejado una obra no solo de difícil categorización, sino esencial en la historia de la fotografía; pero era sobre todo una persona a la que sin duda le gustaban los juegos y las sorpresas. En su fotografía todo está pensado, aunque mantenga una aparente actitud de inocencia o de juego. Igualmente, sus títulos, en principio crípticos, desvelan más de lo que podemos creer a primera vista. Un día cualquiera de 1959 entró en unos almacenes con su hijo mayor y salió con un paquete de máscaras de silicona. A partir de estas máscaras realizaría una de las series más misteriosas de retratos.
Para Meatyard las máscaras eliminan cualquier diferencia entre unas personas y otras
Los retratados son, como de costumbre en sus fotografías, sus hijos (Christopher, Michel y Melissa, junto a su esposa Madelyn), aunque también a veces son sus amigos los que participan en sus simulacros. Cada uno de ellos lleva una máscara que cubre su rostro, máscaras con rostros deformes, que no solo ocultan su identidad, sino que les convierte en una suerte de enanos monstruosos. En los retratos, Meatyard, lo que primero decidía eran los lugares, los escenarios, que tampoco son reconocibles fácilmente, que descontextualizan aún más el resultado de la imagen: personajes extraños en lugares inexplicables.
Para Meatyard las máscaras eliminan cualquier diferencia entre unas personas y otras. No es que las iguale, sino que elimina las diferencias que puede haber entre ellas. Viendo estas imágenes de sus hijos, de su familia con esas máscaras terribles, es difícil imaginar a unos niños debajo, a una familia posando para su padre. Tal vez, esa idea incluso sea más perturbadora aún que las propias imágenes. Ralph Eugene Meatyard era un hombre con una educación refinada, que hallaba en la música —especialmente el jazz—, la literatura y, especialmente, en la poesía sus influencias más importantes, y tal vez por eso sus títulos son también dignos de tener en cuenta, como sutiles claves para comprender sus intenciones.…
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