post_type:dossier
Array ( [0] => 112636 [1] => 112671 [2] => 112681 [3] => 112680 [4] => 112729 [5] => 112733 [6] => 112731 [7] => 112735 [8] => 112737 [9] => 112739 [10] => 112741 [11] => 112743 [12] => 112747 [13] => 112745 [14] => 112816 ) 1
size_articulos_ids: 15
Current ID: 112680
Current pos: 3
Articulo anterior: Amparo Garrido
Articulo siguiente: William Wegman
prevID: 112681
nextID: 112729
anterior

Pilar Aymerich

siguiente
Pilar Aymerich.Tambo en su querida caja, libro Amigos, 1991. Courtesy of the artist.
Pilar Aymerich. Tambo en su querida caja, libro Amigos, 1991. Courtesy of the artist.

Gatos

Adoro a los gatos, siempre me han acompañado. Dicen que tengo ojos de gata y miro como una gata. Nací al mismo tiempo que Totó, mi gato atigrado recogido de la calle, que me acompañó durante casi veinte años. A lo largo de mi vida he tenido siempre dos, tres y, una vez, cuatro. Ahora mismo comparto mi vida con dos, la Lluna y el Paquito.

Pilar Aymerich
Pilar Aymerich. El gato Sam con su dueña Laia para el libro Amigos, 1991. Courtesy of the artist.
Pilar Aymerich. Tiendas de Barcelona con gato, 1991. Courtesy of the artist.

Pablo Neruda. Oda al gato

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete