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Pierre Gonnord

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Pierre Gonnord. Koizumi, from Asian Portraits series, 2003. Courtesy of the artist and Galería Juana de Aizpuru, Madrid.

Retratos de luz y sombra

Después de ver la evolución de los retratos de Pierre Gonnord durante más de veinte años, creo que deberíamos hablar de una obsesión fotográfica más que de un género. Lo que empezó como un ejercicio artístico, una prueba de su pertenencia a su ciudad de adopción, Madrid, de realizar una breve galería de un grupo de figuras icónicas del momento, se fue convirtiendo en la búsqueda (aunque mejor sería decir el encuentro) de unos rostros especiales, de unos individuos que se transformaron a través de sus retratos de personas en personajes. No se trata, en estos retratos, de la identidad sino de algo más profundo, de algo diferente. No reconocemos a la persona, miramos un rostro que parece construido, ajeno al tiempo, lejano estéticamente. En algún momento parece que pudiéramos hablar de razas o tal vez de etnias, como en sus retratos orientales o en sus series de gitanos. Pero es solamente un intento de clasificar algo que no responde a una clasificación previa. Gonnord, actualmente, busca por todo el mundo, atravesando fronteras geográficas, culturales, sociales y raciales, esos rostros que habitan con nosotros pero que no vemos hasta que Pierre no les ha hecho un retrato.

Gonnord no acepta encargos, no retrata a nadie cuyo rostro no le atraiga de una forma especial. Lo que realmente se convierte en una intensa relación, difícil, a veces imposible, con gitanos, vagabundos, desconocidos que no necesariamente quieren ser retratados, y que tal vez acaben aceptando al comprender que ese retrato final no es el de ellos. Que no son ellos, que son los rostros de otros. Pierre Gonnord es hoy en día lo más parecido a un pintor. Su esfuerzo por la realidad, por el detalle, su dramatismo visual, no es propio de un fotógrafo, obedece todo ello a la pasión violenta de un artista de otro siglo, de un pintor que pretende arrebatar al tiempo a esos seres extraños de una corte inexistente, fantasmagórica. Decir que estamos ante una fotografía pictorialista no es totalmente exacto, más adecuado sería hablar de una pintura fotográfica. Porque aquí lo que se retrata no es a nadie, es a una sombra, un ideal, una mirada.…

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