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Philip-Lorca diCorcia

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escenas

Philip-Lorca diCorcia. W, September, #6, 2000. Courtesy of the artist, David Zwirner, New York and Sprüth Magers, London/Berlin.

Paraísos extraños

En el mundo de la fotografía de moda y el papel cuché todo parece posible. La moda, aliado leal y poderoso del capitalismo, parece poner a nuestro alcance los ideales más deseados: belleza, poder y, sobre todo, lujo. Un lujo tradicionalmente encarnado en aspiraciones materiales que se presentan decadentes, sinuosas, saturadas, estridentes, extravagantes, cercanas en nuestro imaginario pero lejanas en nuestra cotidianidad. Querer y no poder. Querer y desear pero rara vez poseer.

Puede que por ello consumamos con lujuriosa ansiedad a los protagonistas que encarnan el ideal inculcado del Dom Pérignon y los Birkin de Hermés. Fiestas, cocktails, pieles y piscinas. Pianos de cola, cortinas de terciopelo y vistas apabullantes desde rascacielos. Escenas que se repiten y son habituales en la fotografía de moda como la que Philip-Lorca diCorcia realizó para W Magazine. Un proyecto de colaboración iniciado en 1997 (hasta 2008) y agrupado posteriormente en series a imagen y semejanza de la sistematización de trabajos anteriores como Heads (1999-2001), Streetwork (1993-1999) o Family and Friends (1981-1999). Reportajes de moda para los que el fotógrafo contó con total libertad creativa utilizando este privilegio para impregnar las obras con su estilo escenográfico, teatral y coreografiado, marcado por una iluminación conscientemente contrastada y artificial; pero también para dar una giro de tuerca al género de la fotografía de moda arrebatando el protagonismo al objeto para otorgárselo en su lugar al sujeto y su entorno. De este modo se recreó en los escenarios fríos, los personajes perfectos y las atmósferas despojadas en la serie A Perfect World, una descripción de un estrato social que nos retrotrae al sueño americano de la década de los 50. Una forma de vida pulcra y recta como los trajes de chaqueta de sus protagonistas, con una casa en las afueras y una familia perfecta como máximo ideal al que aspirar. Algo menos virtuosas, más carnales y decadentes se muestran las escenas que imaginamos relatan, en la serie Strangers in Paradise, la vida nocturna del Upper East Side donde pisos interminables se llenan de perlas y smokings mientras corre suculento el caviar o, en la visión más descarnada de diCorcia, el agua por el cuerpo desnudo y disponible de un joven modelo.…

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