La otra mirada
En enero de 1987 Peter Hujar es diagnosticado con SIDA. Diez meses después, con 53 años, fallece en un hospital de Nueva York. La terrible década de los 80 se cobraba una víctima más, marcando a sangre y fuego la historia de la cultura contemporánea. Aquí se acababa la vida de uno de los fotógrafos más brillantes de la fotografía norteamericana, solo reconocido realmente mucho después de su muerte. Su primera exposición retrospectiva sería en Holanda, en el Stedelijk Museum de Ámsterdam en 1994, diecisiete años después de su muerte y muy lejos de su país.
Peter Hujar (Trenton, Nueva Jersey, 1934) es ese gran fotógrafo que siempre está por descubrir, del que nunca lo sabremos todo. Hijo de una camarera abandonada por su marido, se cría en la granja de sus abuelos ucranios. Empezaría a hablar inglés en la escuela y a los 12 años, tras la muerte de su abuela, se instala con su madre en Nueva York, se independiza con 19 años y aprende fotografía, vocación artística que dominará toda su vida. Se inicia en la fotografía comercial, de la que vivirá hasta 1967, a su regreso de Italia, donde fue cuatro años antes por una beca Fullbright y después se quedó junto a Paul Thek.
Peter Hujar es ese gran fotógrafo que siempre está por descubrir, del que nunca lo sabremos todo.
A partir de 1967 optaría por desarrollar su obra personal y su propia vida. Hujar conocería, entre otros, a Richard Avedon, Diane Arbus, Susan Sontag, William Burroughs, Fran Lebowitz, David Wojnarowicz —fueron pareja durante un breve tiempo, y siempre estuvieron vinculados— o Andy Warhol, para quien posaría en cuatro de sus films de tres minutos Screen Test, siendo seleccionado como uno de The Thirteen Most Beautiful Boys que protagonizan esa serie. Vivió y fotografió la revolución de Stonewall, y fue la cara o la cruz de una sola moneda que formarían él y Robert Mapplethorpe: la de la fotografía gay de la década de los 80. Los dos entregados al culto de la sexualidad homoerótica de forma directa y sin prejuicios, caminando elegantemente entre la pornografía y el arte, si bien desde dos perspectivas muy diferentes: si Mapplethorpe se centra en las formas y volúmenes del cuerpo y el sexo, Hujar se interesa por las facetas más expresivas: el rostro, la humanidad de los modelos, con una foto menos esteticista y más cercana.…
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