Self-Hybridations Chinoises
Desde que Orlan decidió llamarse así (a principios de los 70), la transformación de esta artista francesa ha sido constante. El trabajo de Orlan se relaciona con las operaciones estéticas que aplicó sobre su cuerpo a mediados de los 90, aunque la artista nunca ha limitado su trabajo a ningún medio. En aquellas primeras obras, era el público quien aconsejaba a la artista qué retoque hacerse, buscando sin cesar el modelo ideal de belleza. El mismo que llevó a Orlan a operarse siguiendo los patrones de obras canónicas del arte como la Venus de Milo o la Gioconda. Y es que esa belleza ideal es algo que Orlan ha perseguido a lo largo de su carrera, como hizo después al modo de una mística medieval que levita.
También en este proyecto que vemos aquí, Pekin Opera Facing Designs, en el que Orlan continúa una línea que iniciaba en 1998 al hibridarse con distintas culturas, como la precolombina (1998), la africana (2003) y la amerindia (2005). En este caso se trata de máscaras propias de la ópera de Pekín; y es que la máscara habla al espectador incluso antes que la palabra, a través de sus formas, signos y colores. Orlan hace uso aquí de la fotografía para ocultarse tras el maquillaje, convertido a su vez en pintura que transforma la piel (la máscara misma).
Lo que hay detrás de todo este trabajo puede verse desde muchos puntos de vista; uno de ellos es cómo Orlan explora la cuestión de la identidad y los bordes entre máscara y mascarada, entre el disfraz y el personaje. Los límites entre uno y otro cuando el juego se convierte en el fin.
En el trabajo de Orlan la mascara tiene muchas finalidades, ya sea para proteger, para entretener o bien como disfraz o ritual, pero sobre todo, y esto es algo común en todos los trabajos de esta artista, la máscara es el símbolo del ideal de la belleza femenina; una belleza construida, falsa, favorecida desde los medios y realzada a través del maquillaje y el color.…
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