Sleepers
En esta serie de retratos ciegos, caras pálidas trazadas con mina de grafito (B/N) de hombres que parecen dormidos, se ofrecen a nuestra mirada con los ojos cerrados. No les veo verme. No me ven verlos.
La cara es un mapa y su superficie está marcada por pequeños barrancos cutáneos de color negro en forma de plumas: suturas que se mezclan con las arrugas, patas de gallo y cicatrices. (Pinturas de guerra, derrames de lágrimas, pliegues de expresión). Estas escarificaciones son como la expresión simbólica de la interioridad, la materialización de un proceso inconsciente.
La huella de las plumas que marca los rostros es equívoca. Característica de un contacto trivial con la realidad tangible: las plumas de la almohada, la huella evoca el mundo onírico en el que se sumerge el durmiente, las plumas del ángel. Como en cualquier retrato de un durmiente, sorprendemos a un individuo en un instante en el que se atrinchera del mundo exterior. Allí, todavía, en el momento mismo de su intrusión, el motivo impide la brutalidad de una mirada directa y lo capta, no sin desvelar una información muy íntima.
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