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Naomi Harris

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Naomi Harris. Drinking Franzia, Swingstock, Black River Falls, Wisconsin, July 2003. Courtesy of the artist.

America Swings

Los swingers. Son tu profesor, tu médico, el cajero de tu banco, tu agente de policía, y tu vecino. No hay un tipo. No son desviados. No son estrellas del porno. De ser algo, son las personas más comunes de tu vecindario. Te cruzas con ellos cada día en el supermercado, en la carretera, en la oficina de correos. Existe un fenómeno creciente de superpapis que dejan a sus hijos con su niñera y se transforman cada fin de semana para saciar su apetito sexual practicando sexo por deporte con múltiples parejas.

Según la North American Swing Club Association, se estima que hay más de tres millones de swingers en los EE.UU., con un especial aumento de su popularidad en las zonas residenciales. Fue la sensación de normalidad de estos barrios lo que me llevó a fotografiar a este grupo de individuos. La idea de que no conoces realmente a alguien tan solo por su apariencia; de que lo que ocurre a puerta cerrada puede estar más allá de tus sueños más salvajes.

A lo largo de casi cinco años he fotografiado más de 40 fiestas, cruzando el país. Al fotografiar zonas periféricas y rurales a través de los estados pude mostrar cómo distintos americanos se plantean este estilo de vida y cómo su entorno y su vecindario les afectan.

Los swingers. Son tu profesor, tu médico, el cajero de tu banco, tu agente de policía, y tu vecino

Aunque este estilo de vida se popularizó en los años 60 gracias a la llegada de la píldora y la Polaroid, casi se extingue a finales de los 80 y los 90 durante la epidemia del SIDA. Tuvo una importante resurrección gracias a Internet. La posibilidad de enviar mensajes, fotografías y vídeos, incluso de chatear en vivo, le dio un nuevo impulso. Así es como accedí: me uní a varios foros y busqué en Google distintos clubes dependiendo de la zona del país en la que estuviese interesada. Una vez que el dueño del club me daba permiso para hacer fotos, cogía mi cinturón de herramientas, mis zapatillas y mis calcetines y salía a disparar.

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