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Montserrat Soto

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Montserrat Soto. Paisaje secreto 8, 2000, 120 x 120 cm. Cortesía Galería Helga de Alvear, Madrid

El espacio, el paisaje, el vacío, el ejercicio de la mirada y la razón de ser de la obra en función de la visión e integración del espectador polarizan el trabajo desarrollado por Montserrat Soto (Barcelona, 1961) a lo largo de doce años de una trayectoria artística in crescendo. Series fotográficas e instalaciones como Los límites del Edén (MACBA, 1996), Sin título –series de imágenes sobre paisajes de Islas, Vallas, Contenedores(1998-2000), o Desiertos (2000, marcaron el gusto de la artista por una estética del vacío con atmósferas sublimes y desolaciones románticas. En 1994, con Intervalo, una gran fotografía en cuyo interior se suceden los espacios vacíos de cuatro salas barcelonesas, Soto dirigía su investigación hacia el lugar del arte. Con la serie Silencios (1997), su mirada y sus intereses se centran en el espacio del museo al fotografiar los almacenes vacíos de obras del MNCARS Reina Sofía, Madrid; IVAM, Valencia; MACBA, Fundació “la Caixa” y Galería Joan Prats, estos tres últimos en Barcelona.

Las colecciones y los coleccionistas son importantes para el desarrollo del arte. Las obras, en sus territorios, dejan de ser pensamientos independientes para pasar a pertenecer a otra unidad: la que el coleccionista quiere realizar

Con Paisaje Secreto (1998-2002), constituida por un total de sesenta imágenes tomadas en los interiores de casas de coleccionistas europeos y americanos, la artista desarrolla una serie de inversiones en relación al proyecto anterior: del espacio público al privado, del vacío al lleno, y de una mirada desolada a otra relacional y con aspectos más narrativos y sociológicos. Las fotografías se presentan a tamaño casi natural, con la incorporación digital de marcos blancos propios de las puertas, señalando un umbral -un concepto ya personalizado en su obra-, que distancia y enfría la mirada a la vez que tienta a curiosear en las pertenencias de los coleccionistas. Así nos encontramos encuadres con las obras de Gilbert & George, Damien Hirst, Frank Stella, Keith Cottingham o Allan McCollum, entre muchos otros artistas, conviviendo con el resto de los objetos y enseres cotidianos que pueblan las casas. La reflexión de la propia artista es clarividente a este respecto: “Las colecciones y los coleccionistas son importantes para el desarrollo del arte. Las obras, en sus territorios, dejan de ser pensamientos independientes para pasar a pertenecer a otra unidad: la que el coleccionista quiere realizar.…

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