post_type:dossier
Array ( [0] => 112636 [1] => 112671 [2] => 112681 [3] => 112680 [4] => 112729 [5] => 112733 [6] => 112731 [7] => 112735 [8] => 112737 [9] => 112739 [10] => 112741 [11] => 112743 [12] => 112747 [13] => 112745 [14] => 112816 ) 1
size_articulos_ids: 15
Current ID: 112735
Current pos: 7
Articulo anterior: Sage Sohier
Articulo siguiente: Joseph Fox
prevID: 112731
nextID: 112737
anterior

Masahisa Fukase

siguiente
Masahisa Fukase. Sasuke, my dear cat, 1977‑78. Courtesy of the Archives Masahisa Fukase.

Sasuke, mi gato querido

Pasé tanto tiempo tumbado boca abajo para intentar ponerme al nivel de un gato que me convertí en gato. Qué podía haber mejor que tomar fotografías de esas dos criaturas a las que adoraba, jugando por todas partes un día sí y otro también. No me interesaban los gatos porque fueran elegantes ni adorables. Me veía reflejado en sus ojos. Quería fotografiar el amor que veía en ellos. Podría decirse que, más que fotos de Sasuke y Momoe, es una colección de autorretratos.

Masahisa Fukase

A medida que va haciéndose un nombre en el panorama internacional, Masahisa Fukase pone el foco en el que en 1977 era su nuevo compañero: su gato Sasuke. Cuando llega aquel nuevo gatito, Fukase, rodeado de felinos desde niño, decide convertirlo en protagonista de sus fotografías, fascinado por aquella alegre criatura a la que puso el nombre de un ninja legendario. Para consternación de Fukase, Sasuke desaparece pasados diez días, así que el fotógrafo empapela el vecindario con pósteres de su gato perdido (las que aparecen en la cubierta del libro).

Una persona le devuelve el gato y, aunque no es Sasuke, Fukase lo acoge con el mismo cariño: “Mi segundo Sasuke era tan adorable como el primero”. Se lo lleva a todas partes y en el verano de 1978 van juntos al campo: “Mis únicos quehaceres eran prepararle la comida a Sasuke y alimentarme yo […]. Pasaba todo el tiempo jugando con Sasuke y sacándole fotos”. ¡El resultado son unas sesenta películas! Con todo el ingenio técnico y visual que lo caracteriza, Fukase explora una nueva práctica, la de la “expresión fotográfica” entre el fotógrafo y su modelo. Un año más tarde, acoge a un segundo gato, apodado Momoe, que también se colará en el marco, y Fukase no se cansará de fotografiar los juegos de ambos. Dedicará una serie a sus bostezos.

Como es habitual en su obra, se trata de una especie de proyección del fotógrafo en su modelo. El gato, un fiel compañero que no lo abandona, toma el lugar de su esposa, una aflicción eterna, representada más tarde por los emblemáticos cuervos en desbandada. Antes de esa famosa serie, su obra sobre gatos da fe de su búsqueda artística para atestiguar la “pura experiencia” del encuentro entre dos seres.

En una entrevista, Tomo Kosuga, el director de los archivos del fotógrafo, señala que a Fukase la pasión por los gatos le venía de niño.…

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete