La vida desde el otro lado
Hay ciertos temas que cruzan de manera transversal la obra de Masahisa Fukase (1934-2012): el amor, la melancolía y la muerte serían los más significativos. Como en sus retratos de familia, parece que Fukase quería darle la espalda a la vida, pero siempre fotografiando el proceso con humor y distancia.
En 2017 se presentó la primera exposición retrospectiva en Europa en los Encuentros de Arlés. Se trata de un artista con una biografía muy particular, fundamental para entender su aproximación a la fotografía. “Mi obra podría ser un tipo de venganza contra el drama de vivir”, dijo en alguna ocasión. Nació en Bifuka, un pueblo de la isla de Hokkaido, en una familia de fotógrafos. Su abuelo había fundado un estudio fotográfico y su padre lo había mantenido. Trabajó para el mundo editorial y para publicidad, al tiempo que iba creando una obra muy personal. Junto a Daido Moriyama y Shomei Tomatsu en los años 70 fundó la escuela fotográfica The Workshop. En 1992, justo cuando su obra gozaba de gran prestigio, sufrió un accidente en un bar que lo dejó en coma durante veinte años. Este acontecimiento marcó el declive de la presencia de su obra en festivales y colecciones. En los últimos años, impulsada por la labor de difusión que ha hecho su sobrino Tomo Kosuga, su obra vuelve a tener visibilidad y reconocimiento.
Obsesionado con la propia identidad y las zonas oscuras de la subjetividad, en sus retratos colectivos se percibe esa insistencia en sus propios fantasmas
Una de sus series más conocidas es la que el artista dedica a los cuervos, un símbolo de mal agüero en Japón, y epítome también de esa visión nihilista y oscura de la vida. Obsesionado con la propia identidad y las zonas oscuras de la subjetividad, en sus retratos colectivos se percibe esa insistencia en sus propios fantasmas. Más que retratar al otro, se fotografía una y otra vez a sí mismo.…
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