El poder en escena
La película La Nuit de Varennes, sugería la ficción de que Luis XIV había sido decapitado por no poder presentarse ante los revolucionarios franceses con todo el aparato de su traje real. Sin la teatralidad que le es propia, un rey deja de ser temido. De las escenografías del poder forman parte tanto los ropajes como los escenarios y, hoy en día, más que en las salas del trono, el poder parece siempre surgir de un despacho. Pero, ¿qué despachos son esos? Y ¿cómo es su escenografía?
Adentrarse en los espacios cerrados donde se ejerce la autoridad parece en cierto modo una pequeña profanación. En una entrevista, el artista Marco Godoy hablaba de la dificultad de acceder a los despachos de los rectores de la Universidad Complutense. En su serie El poder en escena, Godoy fotografiaba sus despachos vacíos, mostrando cómo elementos de pura representación conviven con las huellas de presencia humana, que sutilmente retratan a los habitantes ausentes. Los escritorios son el elemento que marca la disposición humana asimétrica que puebla estas salas donde, en palabras del artista, “quien está a un lado tiene el derecho de mandar y quien se sienta al otro la obligación de obedecer”.
Con una estética fotográfica que juega a lo “objetivo”, la sucesión de despachos parece avanzar hacia la creación de una especie de tipología espacial
Con una estética fotográfica que juega a lo “objetivo”, la sucesión de despachos parece avanzar hacia la creación de una especie de tipología espacial. Completan el atrezo cuadros, banderas, sillones de cuero, librerías y mucha madera barnizada. Los espacios que más impresionan no muestran rastro alguno de trabajo, y aparecen impecables en su esplendor de superficies pulidas. Y sin embargo, al mostrar la desnudez de sus elementos iconográficos, el elemento de autoridad queda extrañamente dañado. Si se enseña la tramoya, desaparece su engaño, como en un truco de magia.
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