Políticas de lo vulgar
La escasez o el lujo construidos de la antesala; la disposición artificial, deshumanizada, del mobiliario; la promesa, con lo cual, la construcción de expectativas sobre lo que vendrá después, cuando atravesemos la puerta y lleguemos al supuesto espacio real, el de verdad, el definitivo. Todo esto se puede vincular con las imágenes de Lynne Cohen, aquellas que, según palabras de Walker Evans, se construyen a través de estrategias basadas en una “imagen sin arte”.
Las sillas, pero especialmente los sofás en los portales, me generan una pena profunda. Apenas nadie se sienta en ellos, tienen algo de fake que me incomoda, algo de sospecha y hostilidad, algo de pose que me enrabia. Pero, sin embargo, no hay nada naif en su ubicación, no son inocentes y están ahí, precisamente, para ser vistos por todos: su cuero nos habla de cuestiones de clase, igual que lo hace una planta artificial o natural en un vestíbulo —sus cuidados cuestan dinero—, la disposición de los muebles nos habla de control, la calidad material de los buzones dibuja unos u otros rostros y bolsillos.
Lynne Cohen empezó a trabajar a través de la fotografía en 1971 y, a lo largo de su trayectoria, tanto su técnica como sus temas fueron evolucionando, manteniendo, eso sí, un firme compromiso con registrar el “lugar” despojado de personas. En sus inicios se interesó por la cultura vernácula estadounidense, con especial atención a interiores domésticos y públicos y, a partir de los años ochenta, el énfasis se situó en imágenes alrededor de la sociedad de consumo y vigilancia. Pero más allá del tema o el objeto fotografiado, merece mención las características formales de su fotografía. Cohen se hacía valer de una cámara de placas, aplicando exposiciones largas y poca profundidad de campo consiguiendo, como resultado, iluminaciones particularmente planas y homogéneas. En una entrevista con William A. Ewing, Vincent Lavoie, Lori Pauli y Ann Thomas publicada en 2001, Cohen menciona que mediante la iluminación plana y la simetría podía aumentar la ilusión de neutralidad, aportando a sus fotografías un toque frío y desapasionado. De algún modo, la sensación es de estar concebidas inmaculadamente, acercándose al formato de postal o de catálogo taxonómico, una estrategia que le permite camuflar las historias específi-cas de esos lugares, despojarlas de contexto, acercarlas al “no lugar”.…
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