La playa de Pérez Siquier
A principios de los setenta, mientras trabajaba para el Ministerio de Turismo haciendo fotografías en las playas españolas —especialmente las almerienses— para ilustrar los folletos y carteles propagandísticos de la institución, Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930-2021) descubrió un nuevo paisaje estético en el que las señales de una nueva sociedad consumista y decadente se manifestaban de una forma agresiva e insultante.
La llegada de los vuelos chárter a nuestra tierra ocasionó la entrada de miles de turistas con bajo presupuesto deseosos de tostarse al sol del Mediterráneo. Un espectáculo visual vulgar y multicolor, donde la carne desnuda de los cuerpos se mezclaba con los objetos chillones —bañadores, flotadores, sombreros o sombrillas—, propiciando una provocación visual para un ojo entrenado, sutil y mordaz como el de Pérez Siquier. Así nació una serie fotográfica mítica, tan decisiva en la posterior evolución de la fotografía europea de autor, por la que su autor está considerado el pionero más importante de Occidente de la fotografía artística en color. Con frecuencia se ha insistido —si atendemos al aparato historiográfico consagrado a esta serie— en el carácter pop de sus imágenes. Huelga decir que todas esas apreciaciones se hicieron siempre desde el conocimiento muy fragmentario de esta gran obra fotográfica de los setenta; por ello, desde el Centro Pérez Siquier la publicamos hace dos años, por vez primera en su verdadera dimensión, en un gran tomo editorial que reunía casi la mitad de los disparos del fotógrafo.
Su fotografía tiene siempre, y muy especialmente en esta cuidada serie, una exquisita sensibilidad estética, un esmerado interés por construir imágenes de elevada depuración formal
El arte pop, desde que surgiera en Estados Unidos, se caracterizó por lo general, como sucede en las fotos de Pérez Siquier, por un uso vivo del color y una elementalidad estética. Ahora bien, dentro de esa elementalidad, el pop genuino hace alarde de una vulgaridad compositiva, con una despreocupación a la que es completamente ajena la poética expresiva de Carlos. Su fotografía tiene siempre, y muy especialmente en esta cuidada serie, una exquisita sensibilidad estética, un esmerado interés por construir imágenes de elevada depuración formal que son un auténtico triunfo de la belleza. Entronca así con la mejor tradición clásica europea, que incluye también a los grandes creadores de las vanguardias históricas del siglo xx, desde los primeros ismos hasta los informalismos.…
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