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Jose Dávila: el arte de estibar

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Jose Dávila. A cube symbolically has no middle point, 2017. Foto: Kai Riechers. Cortesía del artista

Ya desde los inicios de su trayectoria fue posible advertir en la obra de Jose Dávila (Guadalajara, México, 1974), una predilección por la pureza formal y el uso de lenguajes plásticos que lograsen conciliar un peculiar balance entre austeridad y exuberancia. Es así como a lo largo de los años, sus propuestas han estado invariablemente conformadas por gestos limpios, categóricos y rotundos, tras los cuales subyace siempre una fuerte carga emocional.

Visual, material y culturalmente oscilando entre lo orgánico, lo geométrico y lo sintético, entre lo frágil y lo estable, entre lo erudito y lo popular, entre lo calculado y lo azaroso, entre lo contingente y lo trascendente, la obra de Jose Dávila se ha distinguido por revisar con lucidez las fricciones modernas entre las artes visuales, la arquitectura y el diseño.

Intrigado fundamentalmente por las nociones de equilibrio, vacío, descalce, transparencia, reflejo y repetición, durante la última década Dávila se ha encargado de habilitar en su ciudad natal un laboratorio de experimentación, investigación y producción desde el cual ha explorado la naturaleza transitoria de ciertas estructuras físicas, a través del desarrollo de una suerte de “ingeniería poética”.

Alejado de la “desaparición del objeto” propuesta por el arte conceptual más ortodoxo, Dávila saborea, celebra y exalta su materialidad y su presencia

A veces a partir de gestos diminutos y otras veces por medio de ambiciosas operaciones, su obra consigue orquestar fuerzas opuestas y evocar los misterios de la condición humana, en toda su inestabilidad, precariedad y grandeza: en ese sentido, su trabajo se permite ser juguetón (sin perder la compostura), sentimental (sin ser cándido), y solemne (sin dejar de lado la picardía tan propia del folclor y las artes tradicionales mexicanas).

Desde la permanente negociación con la fuerza de gravedad, cada pieza de Jose Dávila constituye una especie de acuerdo, de pacto o tregua momentánea y armónica entre elementos divergentes, disparatados, a veces hasta antagónicos. En extremo alejado de la “desaparición del objeto” propuesta por el arte conceptual más ortodoxo, Dávila saborea, celebra y exalta la materialidad y su presencia, enfatizando los alcances simbólicos de ciertos objetos y materiales, y buscando el modo para que todo aquello resuene vivencialmente ante la particularidad —y ojalá la complicidad— de cada espectador.

Los siempre elegantes ejercicios formales y racionales de Jose Dávila intentan ambiciosamente acercar la abstracción a un nivel más íntimo, afectivo, humanista, incluso sensual

Poniendo en práctica la mayoría de los términos que el escultor Richard Serra sugirió en su célebre lista de verbos de 1967 (“…plegar, almacenar, torcer, anudar, insertar, rotar, enganchar, colgar, suspender, recolectar, agrupar, tensar, empaquetar, amontonar, distribuir, sujetar, envolver, amarrar, aparear, abisagrar, expandir, modular, estirar, forzar…”, etc.),…

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