Mi padre y yo cumplimos años el mismo día. El año que cumplí 23 años y él cumplió 50, le escribí una carta. Nunca fue guardada, y no recuerdo los detalles, pero sí recuerdo su esencia. Durante los veranos cuando era pequeño, mi padre me llevaba en su moto los dos kilómetros de ida y vuelta al buzón todos los días. Me sentaba en la parte de atrás, con los brazos fuertemente apretados alrededor de su espalda, mi cabeza hundida en ese suéter de algodón amarillo. Recuerdo cuán tranquilo y seguro me hacía sentir ese olor. Veíamos pasar uno a uno los pantanos, los bosques, las áreas taladas, pero lo que mejor recuerdo es el aroma de su jersey amarillo y la suavidad del algodón. Recuerdo que no importaba cómo la moto se deslizara y cayera sobre la grava, me sentía completamente seguro. Nada me podía pasar. Nunca tuve miedo. En esa carta le decía a mi padre todo lo que esos viajes en moto representaron para mí. Supongo que es lo más cerca que he estado de expresarle mi amor hacia él.…
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