Casi resulta imposible decidir cuál es tu foto favorita, es como si te invitaran a decidir cuál es tu persona favorita del mundo… ¿sabrías responder? Tal vez sólo aquellos que se han enamorado sabrían responder con certeza, quizá también los que son padres o madres. En mi caso, diría que mis fotografías favoritas son tres fotos antiguas que, sobre unas bolitas de blue-tack, descansan en la pared de mi casa. Son fotos familiares, todas en blanco y negro. En una de ellas se ve a mi madre, con unos cinco años, intentando componer con alegría y suma inocencia lo que parece una postura de ballet. Otra es una foto de carnet de mi padre con quince años y cara de niño. La tercera es una foto de mis abuelos en una fiesta de carnaval allá por 1955 en Padrón. Ella va disfrazada de india, y él de algo así como un bandolero carnavalesco. Todos ellos miran a cámara y ninguno lo hace de la misma manera. Esas fotografías me encantan por que son, para mí, pequeños tesoros, pequeños documentos de lo que fueron, y son, mis seres queridos, y en definitiva de lo que yo mismo soy. No obstante, puedo entender que el lector no sienta especial interés por mis fotografías personales, por ello he preferido, finalmente y frente a la pregunta que nos concierne, elegir una fotografía que transmite algo muy semejante a lo que yo siento frente a las mías: “La Familia” de Virxilio Vieitez. Me quedo con esas miradas hacia la cámara, ese pequeño universo de naturaleza muerta sobre la mesa. La inocencia y la dignidad de sus protagonistas, la veracidad del momento, la belleza de la imagen.…
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