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Miyako Ishiuchi

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Miyako Ishiuchi. Mother’s #52, Mother’s series, 2000-2005. Courtesy of the artist; Michael Hoppen Gallery, London; and The Third Gallery Aya, Osaka.

Mother’s

Son los grandes actos los que normalmente se consideran trascendentes, pero en el recuerdo que mantiene el amor que se ha perdido, son los pequeños detalles los que perduran para siempre. A veces son las cosas más insignificantes las que provocan mayor nostalgia. Las que evocan recuerdos profundamente anclados en el fondo de la memoria con mayor nitidez. Las trazas de un olor en un pañuelo, el tono irisado de un carmín sobre el dorso de la mano, una cuenta de cristal, una media desparejada, el tacto de las páginas amarillentas de un libro o la atmósfera viciada de un cajón cerrado durante demasiado tiempo. Restos, retazos, residuos, huellas. Recorrer una vida a base de algunos de sus fragmentos más vulgares. Acotar, con las posesiones del pasado que una vez definieron, que definen en nuestros recuerdos, a quienes ya no están. Pruebas materiales, objetos que testimonian con el desgaste provocado por su uso, la existencia que no volverá. En el año 2000 la madre de Miyako Ishiuchi fallece repentinamente. Desde hacía tiempo la fotógrafa retrataba detalles de su cuerpo y, tras su muerte, empezó a fotografiar también sus objetos personales. Una dentadura postiza, una fotografía antigua, los restos de cabello en el cepillo o el calor de su cuerpo aprisionado en el encaje de su lencería. El alma de su ser más querido capturada en plástico, tela y metal, fijada para siempre en una fotografía. Catalogando con imágenes lo ajeno para lidiar con el dolor propio, relatando la infinitud de una vida extinta, aprehendiendo los últimos retazos de su existencia.

En el año 2000 la madre de Miyako Ishiuchi fallece repentinamente. Desde hacía tiempo la fotógrafa retrataba detalles de su cuerpo y, tras su muerte, empezó a fotografiar también sus objetos personales

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