Invisible, silencioso y anónimo
En el verano de 2009 realicé la serie Les migrants, cerca de la plaza Villemin, de donde habían sido expulsados poco tiempo antes. Durante mucho tiempo me pregunté sobre el tema de las fronteras y de las migraciones clandestinas que conocieron su apogeo mediático en septiembre de 2009, en el momento de la evacuación de la ‘jungla de Calais’. Como me ha ocurrido a menudo, fui allí donde otros fotógrafos ya habían estado, ahí donde la cuestión de la representación de ‘un estado del mundo’ tomaba un sentido particular. ¿Qué es lo que se muestra al fotografiar a un emigrante ? ¿Qué se puede ver en el bosque de Calais?
Tras haber pasado varias tardes junto a estos grupos de afganos, decidí trabajar de otro modo, sin intentar establecer ninguna relación con ellos y limitándome a mostrar lo que cualquiera pudiese ver a condición de querer mirar. Iba a fotografiarles por la mañana temprano, al amanecer, justo antes de la llegada de la policía que los despertaba. Los fotografié mientras dormían, con el cuerpo cubierto por un trozo de tela, una sábana o un saco de dormir. Invisibles, silenciosos y anónimos, reducidos a un simple estado de forma, los individuos descansan y parecen esconderse, como si quisieran aislarse de un mundo que ya no quiere verles.
Me emocionó la presencia de estos marginados de la historia, estas figuras de una globalización invertida. Me perturbó la ambigua belleza de esas formas que recuerdan a formas de otra Historia. Pensé que la mejor imagen que podía hacer de ellos era la de su propio sueño, un lugar lejano que nunca conoceremos y que constituye su última escapada. No quise despertarles. No ví nada de los emigrantes.
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