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Guillermo Serrano

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Guillermo Serrano. Casa de 42 ventanas en terreno de cultivo, Tlaxcala, México, Padrotas series, 2012. Courtesy of the artist.

Padrotas

En México, cuando algo gusta se dice que está “padre”, cuando algo gusta mucho se dice que está “muy padre” o “padrote”. En el estado de Tlaxcala, “padrote” es sinónimo de tratante de blancas.

Desde hace décadas, en esta entidad hay poblados que tienen la mala fama de que algunos de sus habitantes se dedican al lenocinio o trata de mujeres con fines de explotación sexual, es decir, que son padrotes. En estos pueblos del sur de Tlaxcala ser tratante es una actividad socialmente aceptada, no es mal vista entre sus habitantes, por el contrario, es motivo de orgullo. Esto ha traído consigo una modificación en el estilo de vida de estas comunidades rurales. Uno de los rasgos más visibles es la transformación que ha tenido la arquitectura. Las casas en estos pueblos cada vez son más grandes y excéntricas, cada vez son más “padrotas”.

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Guillermo Serrano. Casa naranja en terreno de cultivo, Tlaxcala, México, Padrotas series, 2012. Courtesy of the artist.

Con esta investigación exploro la capacidad testimonial de la fotografía y su papel como evidencia, mostrando parte de la identidad del México contemporáneo

Con esta investigación exploro la capacidad testimonial de la fotografía y su papel como evidencia, mostrando parte de la identidad del México contemporáneo, proponiendo una reflexión sobre el problema de la trata de personas en Tlaxcala y las implicaciones culturales que presenta. En donde la palabra “padrote”, vinculada al padre, al hombre, al patriarca, que a la vez se asocia a lo bueno, a lo positivo, es evidencia del machismo cultural que rige las comunidades rurales. Normalizando el delito de trata de blancas como cualquier otra actividad económica que ofrece movilidad social y la prosperidad suficiente para construir una mejor casa.

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