Silencio. En los jardines y las casas diseñadas por mí, siempre me he esforzado por permitir el murmullo del silencio, y en mis fuentes, el silencio canta.
Soledad. Sólo en la íntima comunión con la soledad puede el hombre encontrarse a sí mismo. La soledad es buena compañía y mi arquitectura no es para aquellos que la temen o la rechazan.
Serenidad. La serenidad es el gran y verdadero antídoto contra la angustia y el miedo, y hoy, más que nunca, es deber del arquitecto convertirlo en un huésped permanente en el hogar, sin importar cuán suntuoso o humilde sea. A lo largo de mi trabajo siempre me he esforzado por lograr la serenidad, pero uno debe estar en guardia para no destruirlo mediante el uso de una paleta indiscriminada.
Alegría. ¿Cómo se puede olvidar la alegría? Creo que una obra de arte alcanza la perfección cuando transmite alegría silenciosa y serenidad.
Muerte. La certeza de la muerte es el nacimiento de la acción y, por lo tanto, de la vida, y en el elemento religioso implícito en la obra de arte, la vida triunfa sobre la muerte.
Luis Barragán, 1980. Discurso de aceptación del Pritzker Architecture Price.
Arquitectura es todo: tu silla y tu mesa, tus muros y tus habitaciones, tu escalera y tu ascensor, tu calle, tu ciudad.
Le Corbusier, “Mensaje a los estudiantes de arquitectura”, Arquitectural design, febrero de 1959.
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