Lagos Bomb Blast | Accidente
El 27 de enero de 2002, las bombas almacenadas por el ejército nigeriano en un polvorín situado en el cuartel de Ikaja explotaron provocando más de seiscientos muertos, mil desaparecidos y dejando a miles de personas sin hogar. Fue una terrible tragedia humana. Yo había oído historias sobre la guerra pero nunca había oído el sonido de la guerra hasta aquel día. Fue como el Armagedón: la ciudad de Lagos fue presa de los sonidos de la explosión y el caos. Por aquel entonces, estaba en una fase temprana de mi trabajo fotográfico y utilizaba una cámara analógica. Era un domingo por la tarde y estaba fuera visitando a unos amigos. Aquel día había salido sin mi cámara, y al escuchar el primer sonido desde donde me encontraba, la isla de Lagos, pensé que mi país estaba siendo atacado o que una guerra entre dos países acababa de comenzar. Lo primero que vino a mi mente fue mi cámara de fotos, así que pensé en cómo podría volver a casa en tierra firme para coger mi cámara. El cuartel estaba en tierra firme y la gente estaba huyendo de allí hacia la isla pero yo tenía que ir a tierra para recoger mi cámara y después ir al cuartel a hacer fotografías. Fue una gran tarea que conseguí lograr: tenía mi cámara de fotos y empecé a caminar hacia el cuartel tomando fotografías de la gente que huía. Pasé la noche en el cuartel fotografiando hasta la mañana siguiente para observar los daños causados por la explosión. La gente culpaba a las élites políticas por su irresponsabilidad, y mientras unos argumentaban que la explosión podía haber sido causada por el sobrecalentamiento del polvorín, otros decían que la armería debería haber sido reformada. Fuera cual fuera la razón, la realidad es que la gente normal fue la principal víctima de esta calamidad y la mayoría de los muertos fallecieron a veinte o treinta millas del cuartel en un canal mientras escapaban de la visión y el sonido de la explosión. Estas imágenes fueron tomadas con una cámara analógica y los negativos escaneados después de haber sido extraídos de un almacén donde los conservé y donde fueron atacados por unos hongos, provocando en el espectador un aire nostálgico.
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