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Gail Thacker

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Gail Thacker.
Detalle de: Gail Thacker. Jimmy in PC 3, 1994‑2007. Courtesy of the artist and Candice Madey, NY.

Midnight Call

La obra de Gail Thacker retrata a una comunidad de artistas, intérpretes, amigos y amantes que llevan desde la década de 1980 congregándose en el centro de Nueva York, específicamente en torno al Gene Frankel Theatre, en Bond Street. Thacker empezó como ayudante de Frankel —experiencia que afirma que le cambió la vida— y, tras la muerte de este en 2005, continuó como directora artística y productora del teatro, dando continuidad a sus setenta y cuatro años de historia en la defensa de los derechos civiles y el pensamiento progresista. El teatro —junto con otros espacios ocupados por Thacker y sus amigos, como la Dyke March, una granja rural de Oregón y las calles de la ciudad de Nueva York— es el telón de fondo de una poderosa exploración de lo narrativo y de la autonomía en su obra.

Nacida en Providence, Rhode Island, en 1959, Thacker estudió en la Escuela del Museo de Bellas Artes de la Universidad Tufts, en Boston, y en el Centro de Estudios Visuales Avanzados del Instituto de Tecnología de Massachusetts entre 1978 y 1981.

Durante esos años, cultivó los mismos valores de la “vida como filosofía del arte” que sus colegas Nan Goldin, Pat Hearn, Mark Morrisroe, Jack Pierson y Tabboo!, entre otros, que también estudiaban en universidades de la zona de Boston en la década de los 70 y principios de los 80 antes de trasladarse a Nueva York —a algunos de los cuales más tarde se los conocería colectivamente como la Escuela de Boston—.

Los mundos de Gail Thacker rezuman una experimentación desatada y señales visuales asincrónicas, así como amor, pasión y juego

La originalidad del enfoque fotográfico de Thacker, con su formación pictórica, radica en someter las imágenes tomadas con película Polaroid 665 positivo-negativo a procesos alquímicos experimentales que favorecen la descomposición de los negativos, revelando de forma material los juicios metafísicos de la artista sobre la vida, la muerte, la temporalidad y la fugacidad de la experiencia vivida, creencias en las que ejercieron una profunda influencia las pérdidas personales que sufrió durante la crisis del sida.

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