El silencio de los monumentos
El paisaje que nos rodea, el mundo exterior que vemos a lo largo de nuestras vidas, depende de la capacidad de nuestra mirada. Y la fotografía contemporánea, la de las últimas décadas, nos enseña a ver lo que hay detrás de lo aparente. Frank Breuer (Rheinbach, Alemania, 1963) fotografía edificios sin mayor interés de ciudades vulgares, postes eléctricos, contenedores almacenados, tráilers de camiones de transporte de carga, todos ellos varados en un espacio indefinido. No hay en sus imágenes nada destacado. No sucede nada. El tiempo y la vida parecen congelados en estas imágenes en las que no hay nunca una persona, no hay movimiento, ni una nube, ni un pájaro. No sucede nada, y nada de lo que vemos es espectacular, nada es insólito, nada es grandioso. De hecho, aunque titule las imágenes con el nombre del lugar, esos lugares son indiferentes e intercambiables.
Lo que Breuer está haciendo es trabajar las fronteras entre la fotografía y la escultura monumental. Estas series de imágenes nos ofrecen las imágenes monumentales de una sociedad post-industrial, capitalista, en la que se ha sustituido el monumento histórico que rememora héroes y gestas legendarias por estas estructuras de grandes formatos: volúmenes tridimensionales que reflejan tanto una sensación de desplazamiento como de familiaridad. Iconos de un mundo cuya economía y supervivencia se basa en el intercambio de mercancías, el comercio y la información; producto de una globalización que vacía de sentido histórico o estético el paisaje en el que nos movemos. Como alumno de Bernd y Hilla Becher, Frank Breuer sabe usar perfectamente el lenguaje escultórico en sus fotografías. La selección del momento, del lugar, y por supuesto del ángulo desde el que toma la fotografía, no es aleatorio, sino producto de un cuidadoso y metódico estudio. No se trata solo de lo que se ve, sino desde dónde y cómo se muestra. La angulación de las tomas nos sitúa los edificios, los postes de electricidad, y tal vez con especial fuerza las acumulaciones de contenedores y los tráilers de carga de los camiones —sin las cabinas, solo las cajas—, como figuras magníficas, orgullosas, en un tono estrictamente heroico, como el de las esculturas públicas. Todos son volúmenes, formas tridimensionales.…
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