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Fetiches de infamia. Fetiches de luz

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Milagros de la Torre. Camisa de periodista asesinado en la masacre de Ucchuracay, Ayacucho.

Entrevista a Milagros de la Torre

Quisiera centrar este diálogo en algunas de las tensiones que atraviesan tu trabajo. La primera se refiere al tratamiento retratístico de cierto tipo de objetos asociados con el universo de la infamia, sustitutos inanimados de cuerpos específicos cuyas trazas recogen tus fotografías. Me refiero a la serie Los pasos perdidos de 1996, titulada así por la zona de traspiés humanos, de evidencias incriminatorias contenidas en el archivo de cuerpos del delito del Palacio de Justicia limeño. Háblanos de la fuerte carga indicativa derivada de esos objetos fetiche, en su acepción de cuerpos ficticios dotados de cierto aura de poder.

En sentido literal, el objeto es testigo presencial de una acción, es como una extensión completa de la persona en sí; mientras que la fotografía es una extensión de luz del objeto. El objeto es la traza o la huella de una personalidad que se mantiene aunque la persona ya no exista, nos permite mirar cómo vivía; nos da una vía de acceso a su mundo privado. El objeto visto en términos analíticos es importante porque nos lleva a alguien concreto, a sus sentimientos; aún más, nos conduce al drama que dividió la vida de un individuo en un antes y un después.

Pareciera que tu obra cumple un papel de orden testimonial, aunque más bien reabre expedientes y juicios bajo la mirada del arte, especie de ‘contranaturalismo’ que no sólo se aleja del documento sino que reduce la imagen-testimonio al papel de naturaleza muerta o, para ser más exacto, de naturaleza viviente.

Utilicé el principio de la naturaleza muerta, por ejemplo, en las prendas femeninas de la pequeña serie realizada en el intervalo de un viaje entre Cuzco y Lima, Sin título, de 1992, donde apliqué la misma técnica de Bajo el sol negro: colocar el papel fotográfico en la cámara de gran formato con la idea de hacer del negativo una imagen ‘no resuelta’, de modo que la interpretación quedara a cargo del espectador. También, como en las naturalezas muertas de la pintura clásica, en el tríptico de 1996, titulado Últimas cosas, realicé un proceso de exposición bastante cuidado para dar contraste entre los fondos oscuros del objeto y, a la vez, obtener detalle en los negros. Juego de claroscuros. Impreso en gran formato sobre papel de fibra blanco y negro, al que luego apliqué una capa de cera transparente, para hacer la imagen más pictorialista.

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