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Ferdinando Scianna

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Ferdinando Scianna. To Sleep, Perchance to Dream, 1962-91. Courtesy of the artist and Magnum Photos/ Contacto.

To Sleep, Perchance to Dream

Cuando se habla de un clásico de la fotografía, estamos hablando de un reportero que viaja por el mundo mirándolo todo, al ritmo enloquecido de la vida. De ese torbellino, como de una centrifugadora, emergen imágenes de todo tipo, porque ese reportero va fotografiando todo lo que ve, encuadrando emociones y sorpresas, tristezas… la vida en toda su velocidad. Hablamos de un clásico, por supuesto en blanco y negro, cuyas imágenes nos reconcilian con la propia vida y su agitación. Un clásico italiano del siglo XX, que ha fotografiado el viaje, la guerra, la muerte y los amigos. Y las doncellas, y el dolor. Cientos de imágenes que nos hablan de un siglo agitado, de una vida trepidante. Y es inevitable preguntarse, si en esa locura de movimientos, de hombres y mujeres pasando, de velocidad, tráfico y ruido, nadie duerme. Ferdinando Scianna, un clásico en blanco y negro de la fotografía contemporánea, nos muestra que sí, que también se duerme. Su serie To Sleep, Perchance to Dream, publicada como libro en 1997 así lo muestra de la mejor manera posible: con imágenes. Una serie que al parecer redescubrió buscando otra cosa en sus archivos. Un descubrimiento que es como un despertar: niños, mujeres, hombres, caminantes con durmientes en brazos, jornaleros durmiendo juntos en un mismo prado, separados, en masa pero individualmente, jóvenes en brazos de jóvenes. Belleza y calma. Por fin el silencio que frena su actividad solamente para dormir, tal vez incluso para soñar.

Los durmientes de Scianna están al borde —del muelle, de la escalinata, de despertarse—, relajados después de un desconocido esfuerzo, se abandonan a sí mismos

Los durmientes de Scianna están al borde —del muelle, de la escalinata, de despertarse—, relajados después de un desconocido esfuerzo, se abandonan a sí mismos. El niño en brazos del padre, la amante en brazos de la amada, el vagabundo de espaldas al mundo, el caminante cansado simplemente se abraza a la tierra y descansa. Otros se encogen sobre sí mismos, vuelven al calor del vientre materno en un sueño bíblico. Las esculturas de mármol, de piedra, de tiempo, perdieron los ojos en su sueño eterno del que ya nunca despertaron. Todos están en otro sitio una vez que cierran los ojos y se pierde el sentido de ser y de estar.…

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