Paysages de verre | Progreso
La fotografías de Eric Aupol parecen surgir de una perfecta alquimia, aquella de la sombra, de la luz y de la disposición de la materia. Todos estos elementos constituyen la condición necesaria, pero sin duda suficiente para la realización de una imagen de calidad.
Es la conjunción de estos parámetros la que proporciona a la imagen toda su profundidad. Lugares de la memoria, de transición, los espacios elegidos por el artista parecen haber estado desiertos la mayor parte del tiempo, inmóviles a la espera de un posible retorno. El ser humano ha dejado su impronta sobre el paisaje, pero su ausencia es innegable.
La aparente legilibilidad de las obras de Eric Aupol es una ilusión. El espectador no atento discernirá a primera vista lo que cree que es un paisaje natural, tomando como referente sin duda la gran tradición pictórica de las escuelas nórdicas de siglos pasados. Los tonos fríos, los juegos de reflejos y las transparencias de las vertientes inclinadas contribuyen a reforzar esta evocación. Pero ¿estamos ante un paisaje o ante una naturaleza muerta?
Nada más artificial en efecto que estas fotografías realizadas en lugares de reciclaje de vidrio. Formadas por el hombre, estas montañas de vidrio son el fruto de una acumulación de parabrisas de coches. Verdadero corte geológico de una historia de consumismo, estas capas reflejan el funcionamiento de nuestras sociedades en relación a la superabundancia de materiales y a la falta de recursos energéticos.…
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