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Miguel Trillo

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underground

Miguel Trillo. Vallecas (Madrid), 1985. Courtesy of the artist.

Una fotografía agnóstica de la liberación. Entrevista con Miguel Trillo

underground

4.- Adj.-Relacionado o que denota a un grupo o movimiento que explora formas de vida o expresiones artísticas alternativas; radical y experimental.

4.- Adj. Relating to or denoting a group or movement seeking to explore alternative forms of lifestyle or artistic expression; radical and experimental.

 

¿Cómo empezaste a fotografiar?

 

Con un deseo enorme en mi juventud de tener una cámara fotográfica, hecho que no se materializó hasta 1972, a los diecinueve años. Me regalaron mis padres una cámara de bolsillo. Y como premio fin de mi carrera de Filología Hispánica en 1976 conseguí por fin una cámara réflex. Iba a cumplir 23 años y podía respirar ya con la mirada. Comenzaba la segunda dificultad: comprar rollos de película y aprender a revelar en blanco y negro. Entonces si no se tenía cuarto oscuro, no era uno fotógrafo de verdad. Mis primeras fotos con esa cámara de verdad coinciden con un periodo histórico en España, la paulatina desaparición de una dictadura de 40 años y la calle en efervescencia. Pero la calle que yo empecé a fotografiar no fue la de las manifestaciones políticas, o sea, la de los textos, sino la de una cultura audiovisual y alternativa que tanto me gustaba. Hubo la suerte de que coincidió con que en Londres y Nueva York había surgido la new wave, el punk y para mí fue un estímulo vivirlo en plan cutre, incipiente en Madrid. No se podía ser más underground: fotografiar unas actitudes detestadas por la derecha que había gobernado y detestadas por la izquierda que quería gobernar.

En alguna ocasión se te ha calificado como uno de los “fotógrafos de la Movida madrileña”, ¿estás de acuerdo con esa calificación? ¿Realmente se puede hablar de este grupo? ¿Eráis conscientes de lo que estaba sucediendo?

 

La pertenencia a un grupo a veces no es una calificación, sino una descalificación. En los 60 relacionar a un fotógrafo italiano con la Dolce Vita romana era considerarlo un paparazzi. En la Movida madrileña de principios de los 80 no tuvimos a Fellini, pero sí hemos tenido a Almodóvar, nuestro cineasta más internacional. A diferencia de la Dolce Vita, y de su imaginario afín a la prensa del corazón, la Movida fue incapaz de traspasar fronteras. El éxito popular de los músicos de la nueva ola madrileña terminó siendo su mayor error cultural al no haber sabido llegar a ese público alternativo y cosmopolita que había en las grandes capitales de Latinoamérica, que eran sus verdaderos contemporáneos y no los de las fiestas patronales de los pueblos de media España, que fue donde hicieron caja.…

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