Arquitectura y poder siempre han compartido muchos aspectos esenciales dentro de las distintas civilizaciones.
La arquitectura, desde sus orígenes, ha estado al servicio del poder, materializando y dando forma a la insaciable necesidad del ser humano por progresar, mejorar su posición en el mundo e imponerse sobre las demás culturas con las que ha tenido contacto. Cada modelo social ha ¨fabricado¨ su propia arquitectura, de forma que un buen arquitecto siempre ha sido el que ha demostrado mejor su capacidad de saciar las necesidades del poder en sus distintas manifestaciones a lo largo de la historia. Esta relación ha sido el principal motor de la arquitectura.
Desde la construcción de dólmenes, pasando por las pirámides, grandes palacios, obras de ingeniería hasta llegar a construir un edificio de 820 metros de altura en medio de un desierto, se han sucedido grandes logros y grandes fracasos que han ido modelando nuestra presencia en el planeta. Durante muchos siglos se ha caracterizado por ser una actividad claramente sostenible y compatible con el medio ambiente mediante el empleo de materiales biodegradables como el barro, la madera y la piedra. Luego llegó el ladrillo, el hormigón, el hierro, el cristal y toda la familia de materiales sintéticos actuales que revolucionaron la arquitectura y a la vez la han convertido en una actividad mucho más agresiva con el entorno. Esta situación es un claro reflejo de nuestra posición actual ante la naturaleza y nuestra manera de procesar sus recursos.
Las nuevas necesidades se orientan hacia la idea de construir, en un futuro próximo, ciudades móviles que puedan navegar por el espacio. De esta forma estaríamos ante una nueva revolución.
Este gran escenario donde representamos nuestra vida es lo que más me ha atraído, a lo largo de los años, en mi trabajo como artista. Reflexionar acerca de este inmenso paisaje artificial que ha sido diseñado para colmar nuestras necesidades como especie y que pretende dominar su entorno vital mediante la búsqueda permanente de un espacio ideal.
El espacio como huella de una idea de superación constante y que pretende entender el mundo a través de distintas soluciones concebidas para dar respuesta a nuestras necesidades materiales y espirituales o físicas y mentales.…
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