El oficio de tinieblas de Miguel Rio Branco
A pesar de no considerarse espiritualmente localizable en ningún país, y sí en varias culturas, como la española, la francesa, la americana y la brasileña, ya hermanadas con los años, o quizás también por eso, Miguel Rio Branco (Las Palmas de Gran Canaria, 1946) es uno de los fotógrafos brasileños más internacionales.
Cualquier acercamiento a su poética fotográfica pasa por una “trinidad” estética omnipresente que lleva de los colores a las texturas y de las texturas al misterio, como lleva de la morfología del realismo deconstruido a la semántica de íconos poéticos. De hecho, las imágenes de Miguel Rio Branco están dentro de un realismo que a veces pierde su principio de realidad pero nunca de deseo. La deconstrucción es posible por la naturaleza cambiante de la realidad – que nunca es fija y sí camaleónica – y por la mirada a-documental del fotógrafo que la transforma en símbolos. Así el tema no es nunca asunto, sino concepto, y sobre todo, nunca es predeterminado o intransformable.
“Entre lo real y lo irreal, lo físico y lo metafísico, lo sagrado y lo profano, el cuerpo y el fragmento, el hombre y la bestia”, son estados fronterizos, registrados por las palabras de Ligia Canongia, que llevan a deslimitar el campo de operaciones fotográficas de Miguel Rio Branco, donde cada imagen sobrepasa el ámbito de su argumento.
Dueño de una cuidada bibliografía de autor, los libros Dulce Sudor Amargo, Nakta, Miguel Rio Branco, Silent book y Pele do tempo respiran la poética del color dialogando con la capacidad de su imagética: ¡cuántas fotografías conversan a través de sus colores!. Las necesidades expresivas siempre fueron el leitmotiv de los cambios de percepción que vive produciendo su fotografía en el horizonte de las artes plásticas. Desde hace varias décadas, la edición de sus imágenes vienen contando con materiales y soportes diversos, equipamiento electrónico, sonido, tendiendo cada vez más hacia una fotografía plural, abierta a los 4 puntos cardinales, a la utopía de que las imágenes no sólo se relacionen intrínsecamente con otras artes como el cine o la pintura, sino con la poesía y la música. La asociación imagen a imagen –casi cine– característica del fotógrafo se orienta cada vez más hacia un encadenamiento visual que lleva a una fotografía musical, prácticamente a composiciones, donde el collage, el montaje y la música son las tres voces cantantes.…
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