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Rogelio López Cuenca. El lenguaje como campo de batalla

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Rogelio López Cuenca. Al Yazira Al Ándalus, 2001. Cortesía del artista

Cuando afirmamos que el arte contemporáneo ha cambiado, que las obras de arte ya no son solamente una superficie plana llena de colores o formas, que hoy una obra de arte puede ser un zapato, un conjunto de ropa en el suelo, unas luces de neón o un texto en la pared, lo que estamos intentando decir es que los artistas son hoy muy diferentes a lo que fueron ayer. Que su formación no procede exclusivamente de las academias y escuela de bellas artes y que sus referencias visuales están ahí afuera, en la vida, en los medios de comunicación, en el lenguaje. En la vida cotidiana. En el deseo de reordenar y comentar la propia vida de hoy.

Rogelio López Cuenca (1959, Nerja, Málaga, España) es un ejemplo de todo lo apuntado anteriormente. Sus referencias están tomadas de todo lo que le rodea, es decir de todo lo que nos rodea a todos hoy en día, pero tal vez su mirada y forma de analizar esas referencias son lo que caracteriza su trabajo. Semiólogo de formación, no solamente le interesa el lenguaje escrito, donde él se mueve como sobre un terreno de juego, como en un campo de batalla, sino los lenguajes visuales, la iconografía, la fuerza y las referencias de las imágenes que nos asaltan diariamente desde los medios de comunicación, la publicidad, desde la calle, esos son sus materiales de trabajo. El contenido siempre es el individuo y el efecto que, sobre él, sobre nosotros, tienen las motivaciones e implicaciones de las políticas migratorias contemporáneas, la memoria histórica, la crítica poscolonial o la instrumentalización del arte y la cultura para promover procesos de especulación urbanística. En su voluntad y capacidad para diseccionar cómo opera el poder contemporáneo, indaga en la manera en la que se construyen los relatos hegemónicos en los ámbitos político-económico y sociocultural. Su trabajo con las imágenes es a la vez una denuncia salvaje y una ironía audaz. Él mismo considera su obra de una forma mucho más amplia, incluyendo en esa definición desde los vídeos, collages e imágenes reconstruidas, a los talleres y acciones en la calle, su vertiente de arte público, transformando las obras que muestra en galerías o museos, en afiches publicitarios, en vallas en la calle, en mupis de promoción publicitaria en la vía pública. Intentando que el arte llegue a su ultimo objetivo: la gente.

López Cuenca afirma que el carácter político de una obra no reside en su contenido.

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