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Joachim Koester

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Joachim Koester. The Borgo Pass #3, From the Travel of Jonathan Harker series, 2003. Courtesy of the artist

Del viaje de Jonathan Harker

El valle de Bargau, en la parte nororiental de Transilvania, sirve de marco a buena parte de la novela Drácula (1897) de Bram Stoker. Allí es donde sitúa el autor el castillo del conde Drácula, así como el viaje de Jonathan Harker a través del paso del Borgo acosado por los lobos, y la parte final de la novela que concluye con la desintegración en polvo del conde decapitado.

Joachim Koester. The Borgo Pass #1, From the Travel of Jonathan Harker series, 2003. Courtesy of the artist

Bram Stoker nunca estuvo en Transilvania, aunque sí investigó concienzudamente sobre ella en la sala de lectura del Museo Británico. Del estudio de relatos de viaje y obras sobre el folklore transilvano, Stoker extrajo fragmentos que incorporó a su historia, estableciendo su escenario imaginario en un área geográfica que en la época estaba considerada como una de las “regiones más agrestes y desconocidas de Europa”.

En la primavera de 2003 fui invitado a participar en la exposición Prophetic Corners en Iasis, Rumanía. Intrigado por la naturaleza especulativa del título y el concepto de la exposición –la idea de que algunos lugares tienen la facultad de permitirnos ver en el futuro– viajé a Transilvania dirigiéndome hacia los Cárpatos desde Bistrita, exactamente igual que Jonathan Harker en la obra de Stoker. Mi atención estaba dividida entre el interés por la región, recreada en forma de “paisaje mental” por incontables películas y relatos, y la idea de los “rincones proféticos”, que igualmente presuponían la cartografía de un territorio un tanto invisible.

En las afueras de Bistrita, descritas por Stoker como cubiertas de “una inmensa masa de frutales en flor”, vi una urbanización residencial: enormes casas unifamiliares pintadas de colores pastel, la mayor parte de ellas recién terminadas y con las ventanas cubiertas de plástico negro. Y aunque los grandes bloques grisáceos de Bistrita en el horizonte y la ausencia de gente daban un toque extraño a la escena, me resultaban por lo demás bastante familiares. Eran casas apenas diferentes de las ya vistas en muchos otros sitios, anunciadoras de un futuro de universal similitud.

Estas fotografías revelan algo ya conocido en el pasado y presente (recientes): la transformación de un paisaje por las fuerzas de la economía de mercado

El futuro puede encontrarse igualmente en lugares que han sido abandonados u olvidados, lugares en los que todo lo por venir se parece al pasado.…

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