Placer y precariedad
Nací queer, nací provocando problemas. No solo problemas de género, sino de todo tipo.1Inspirado en el libro Bodies that matter, de Judith Butler. “Good trouble, necessary trouble” (Problemas buenos, problemas necesarios), como nos animó a causar el difunto gran líder de los derechos civiles John Lewis2https://www.johnlewisgoodtrouble.com.
Llevo más de cincuenta años haciendo fotografías con cuerpos que, a nivel tanto verbal como visual, queerizan, trastocan, perturban y desregulan las culturas heteronormativas, supremacistas blancas y capitalistas en las que todes hemos nacido. Hago fotos con personas a las que admiro y respeto, personas que saben lo importantísimo que es resistir y, en última instancia, transformar las oleadas de normatividad obligatoria que se preparan para engullirnos a todes.
Siempre fui una chica gallarda. La primera vez que la poli me llevó a casa, tenía cinco años: me habían pillado junto con mi mejor amiga Leah Lathery vendiendo sin licencia piedras rojas de Marte a la población humana local (la auténtica razón por la que me llevaron a casa era que me había escapado por la parte trasera del autobús y estaba desaparecide en combate). Intentábamos financiar nuestra misión intergaláctica en el lejano espacio: queríamos volver a casa. Yo convencí a los polis de que nos dejaran quedarnos con el dinero.
Fui concebide en Kansas City, pero nací en California en 1957, en el año chino del Gallo de Fuego, es decir, the YEAR of the COCK (el AÑO del/a POLLO/A), y eso también es cierto: bien es sabido lo que me gusta un buen quiqui-riquí. Provengo de una larga estirpe de camareras y Avon Ladies3En 1886, la empresa California Perfume Company (CPC) empezó a contratar a mujeres como representantes para dar a conocer sus perfumes, sabiendo que las amas de casa confiarían más en otras mujeres que en los hombres. La idea funcionó y las “Avon Ladies” fueron el primer grupo de mujeres estadounidenses que gozaron de independencia económica gracias a una profesión respetable. (N. de la T.), a un paso de la “basura blanca y pobre” que yo llamo clase obrera trabajadora. La separación de mis padres adolescentes cuando yo tenía tres años dio comienzo a una vida de relativa independencia y benigna desatención. En verano, vivía con mi padre, mi madrastra y mis hermanastros menores (que eran mormones) en Tulsa, Oklahoma, y el resto del año con mi madre biológica, mi padrastro y mis hermanastras menores en Santa María, California.…
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