Ricas y famosas
Este proyecto aparentemente imposible se inicia en 1994 en Ciudad de México y finaliza en 2001. Ricas y famosas, en femenino, es el trabajo más conocido y sin duda el más interesante que ha realizado su autora, una joven mexicana nacida en la misma sociedad que fotografía. Decía que este es un proyecto aparentemente imposible porque se trata de fotografiar en su entorno natural a personajes ricos de un grupo social que cuida su intimidad, no tanto por amor a la privacidad, sino por mantener un cerco de seguridad en un país en el que las desigualdades sociales son vergonzosas y en extremo peligrosas. El que Daniela Rossell sea compañera, hija de los amigos de la familia, otra “niña fresa”, sin duda facilitó un proyecto que empezó como unas prácticas, un juego, una diversión más y acabó convertido en libro, expuesto en museos y galerías de todo el mundo. La consecuencia fue la repulsa, el enfado de todos aquellos de los que se mostraban alegremente, con cierta inocencia, sus paraísos privados. Son mujeres, más proclives a presumir de sus oropeles y también más cercanas a la autora. Todos son ricos, riquísimos, de esa manera en la que solamente en países latinos se puede ser rico: con ostentación y parafernalia digna del Hollywood más primitivo.
Estas mujeres rubias, que miran desdeñosamente, casi enfadadas, con rictus de hastío a la cámara, están rodeadas de una decoración oriental tan falsa como sus cabellos. Abundan los elementos de un mundo salvaje e indómito que conlleva el símbolo del poder y de la riqueza: fieras salvajes disecadas, mobiliario psicodélico, piscinas de formas surrealistas, escalinatas dignas de haber figurado en Lo que el viento se llevó. Las fotografías muestran, aunque de una forma un tanto naïf, las personalidades, las formas de vida, los gustos, no tanto quienes son sino como son, de una clase social que sin duda se repite en otros muchos países. Ricos que no tienen buen gusto, que son exhibicionistas, hijos de fortunas que desprecian al mundo y se aburren, que lucen joyas, pieles de leopardos, cebras, tigres, igual que lucen a sus sirvientes, simples acompañantes de una vida de plástico, en decorados que parecen irreales e incomprensibles para el espectador.…
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