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Daniel Blaufuks

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Daniel Blaufuks. <em>S/T, Liberty</em>, 2005. Digital print, 120 x 160 cm. All images courtesy of the artist

En una habitación ajena

En cierta ocasión, cuando era niño, alguien me preguntó qué quería ser de mayor. Mi respuesta fue infantil pero me salió del corazón: ¡turista!

Bien, no me hice turista pero sí algo que no se le aleja mucho: soy un fotógrafo al que le gusta viajar. A veces ni siquiera sé si viajo para hacer fotografías o si estudié fotografía para tener una razón para viajar.

La fotografía está muy vinculada a la experiencia de viajar, sobre todo porque ambas se ocupan del acto de ver, pero también porque, al menos para mí, ambas se relacionan intensamente con la geometría de la gente y del paisaje dentro del espacio. El espacio puede ser cualquier cosa, desde el mundo hasta mi dormitorio; es una mera cuestión de perspectiva y curiosidad. Así pues, todos los fotógrafos son en cierto sentido viajeros, y todos sabemos que los turistas sacan fotografías, al menos mientras dura el viaje. No es ninguna coincidencia que las industrias de la fotografía y del turismo se desarrollasen paralelamente en la misma época.

Illustration
Daniel Blaufuks. S/T, Midland, 2005 Digital print, 120 x 160 cm

Evidentemente, hacer turismo y viajar pueden distar tanto entre sí como sacar fotos y la fotografía, como ver y observar, como una imagen de postal y una fotografía.

Los fotógrafos son viajeros y buscadores, pero también saben que nunca encontrarán lo que van buscando, un horizonte inalcanzable que siempre está ante los ojos pero nunca al alcance. Nada más ir de A a B, querrás seguir hasta C y D. Un fotógrafo siempre está pensando en el siguiente disparo, casi nunca en el último.

Y luego está el espacio intermedio. Entre un destino y otro, entre una imagen y la siguiente. Son éstas lugares y no-lugares que se te adhieren a la memoria por razones que están más allá de las líneas de tu mapa o de las líneas de tu mente. Te quedas aquí por un rostro que viste en la calle o por el clima o porque se te averió el coche. O quizá simplemente quieras terminar el libro que estás leyendo. Y ahí estás tú, tumbado sobre una cama extraña en una habitación ajena pensando en lo que está detrás de ti y preguntándote por lo que te queda por delante. Clavas la mirada en la pared que te rodea.

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