Cuerpos que importan
Al comienzo de su libro Cuerpos que importan, Judith Butler se pregunta si “¿Hay algún modo de vincular la cuestión de la materialidad del cuerpo con la performatividad del género?”. Una de las muchas respuestas visuales que podrían darse a esta pregunta la plantea la fotógrafa Dorothée Smith con las imágenes que ha realizado en series como Spree, Loon o Löyly algunas de ellas recogidas, junto a otras instantáneas más personales, en la publicación que ha titulado, precisamente, Bodies that matter.
La cuestión sexual que, como indica Butler, se “invoca frecuentemente” a través de las “diferencias materiales” queda anulada en las propuestas de Smith mediante el uso de una neutralidad gris y fría que se repite como un leit motiv en los retratos que efectúa de personajes andróginos, seres distantes y ensimismados, silenciosos, inmersos en una quietud límpida que los aleja de las frecuentes connotaciones que impone la presencia y la observación de los cuerpos.
Cuerpos sin rostros, cuerpos callados, esculturas asexuales, paisajes neblinosos, huellas en la nieve, huellas en la arena blanca, huellas y cuerpos bajo sábanas blancas, huellas en cuerpos blancos que van apareciendo tranquila y recurrentemente en un trabajo que propone un imaginario plural y rabiosamente moderno, en el que algunas de las composiciones recuerdan a aquellas utilizadas tantas veces, en tantas épocas distintas, para efectuar retratos a lo largo de la larga historia de la pintura pero que, en las fotografías de Smith, subvierten la tradición y cambian algo para siempre.
En las fotografías de Smith, subvierten la tradición y cambian algo para siempre
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