La definición dominante de lo que se entiende por fotografía de arquitectura tiende a ser –como sabemos– algo restrictiva. Cuando utilizamos este término probablemente nos referimos a una imagen más bien neutra (¿objetiva?) que trata de interferir lo menos posible con la ilusión de una lectura clara y sobre todo positiva del proyecto retratado, esto acompañado de un sutil sello estético dado por el fotógrafo… ¡y todo con corrección de perspectiva!
Si bien lo anterior es una generalización algo simplista y bastante conservadora, de alguna manera se puede aplicar a la mayoría de lo que se ve publicado en los medios que se especializan en el campo de la arquitectura.
En general mi trabajo está –debo confesar– fuertemente definido e influenciado por las convenciones descritas anteriormentemente. Lo paradójico es cuan difícil es escapar de las restricciones existentes, tanto las impuestas como las autoimpuestas, por más evidentes que éstas sean. Una estrategia posible para sortear esta circunstancia podría ser intentar cuestionar la repetición sin sobreactuar, buscando maneras de referirse a lo mismo sin decirlo (siempre) igual, pero evitando el uso de la ironía o la distancia como única salida.
¿Es posible producir imágenes que hablen de arquitectura sin ser necesariamente fotos de arquitectura? Obviamente sí lo es. ¿Le interesa esto a los arquitectos y sus revistas? No siempre.
La selección de fotos realizada para esta publicación corresponde a momentos en que el encargo no es claro; eso es lo que me gusta de ellas.
Todas las imágenes cortesía del artista.…
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