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Cristina De Middel. Jan Mayen, 2015. Courtesy of the artist

Jan Mayen

En 1911 el Polo Norte ya había sido descubierto y estos primeros valientes exploradores habían abierto un camino para héroes secundarios que quisieran demostrar su coraje y llevarse a casa algunos recuerdos inolvidables y únicos.

Eran los inicios del turismo extremo.

En este contexto, un grupo de supuestos científicos adinerados alemanes y británicos decidieron “redescubrir” Jan Mayen, una isla situada entre Groenlandia e Islandia que los balleneros habían usado durante años, pero que la ciencia nunca había estudiado.

Navegaron, discutieron, se pelearon, se olvidaron la brújula, se quedaron sin carbón, consiguieron llegar a la isla, pero el barco era demasiado grande y no pudieron desembarcar.

Fin de la historia. Sin medallas que traer consigo esta vez ni descubrimientos serios en ningún campo de la ciencia que el equipo representaba con orgullo.

La historia la escriben los vencedores. El camarógrafo escenificó el desembarco con todo el dramatismo que semejante heroica hazaña conlleva

La historia la escriben los vencedores y el camarógrafo del equipo lo sabía bien. Convenció al fracasado grupo de detenerse en su camino de vuelta en una playa islandesa y escenificar el desembarco con todo el dramatismo que semejante heroica hazaña conlleva.

Esta es la verdadera crónica de cómo se escenificó la Historia.

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