Anónimos | Pequeño
El mundo de los objetos anónimos es el territorio en el que se desenvuelve la fotografía de Goedicke. Siempre se le ha relacionado por ello con el bodegón, con la naturaleza muerta. Sus imágenes reunían una serie de objetos desprovistos de cualquier identificación al margen de sus propias formas, los fondos también aparecían desnudos, una frialdad sin duda heredada de los Becher, aunque Goedicke haya elegido el color. Ese espíritu frio, desprovisto de todo lo superfluo es característico de su trabajo. En esta última serie de su trabajo se centra en los objetos individualizados, aislados, solitarios. Además son objetos menores, simples, elementales, que se nos presentan indefensos, como en un análisis ontológico, como a punto de ser diseccionados en una mesa de hospital. Ese blíster de píldoras que ya se ha acabado. El lápiz de labios, una dentadura postiza, un pañuelo de papel… Todo está relacionado con nosotros pero contemplados así nos parecen extraños, como si nunca los hubiéramos visto. Un vaso de agua medio vacío que es, solamente, una fotografía de un vaso de agua medio vacío, en su absoluta insignificancia. Cuerpos desprovistos de aura, reservas de una energía ausente.
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