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Carlos Spottorno

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All images: Carlos Spottorno. No vuelvas a Roma, 2022. Courtesy of the artist.

No vuelvas a Roma

He vivido en Roma en distintas etapas de mi vida: en los años 70 siendo un niño, en los 80 como adolescente y en los 90 como joven. Roma no solo fue un lugar para mí, sino los cimientos de mi comprensión de la vida y lo que yo entiendo como la estructura misma de Occidente. Roma actúa como transmisor a lo largo del tiempo y el espacio de las raíces culturales de la antigua Grecia.

Fue en Roma donde estudié Bellas Artes. Una formación clásica, casi decimonónica en muchos aspectos. También marcó el comienzo de mi vida casi autónoma. Aunque han pasado muchos años y el mundo es otro mundo, Roma sigue siendo Roma: la ciudad que, a fuerza de darla por muerta, hemos terminado por llamar Eterna.

En tiempos de incertidumbre, la sabiduría popular sugiere mirar hacia atrás para entender el presente y anticipar el futuro. Estamos en tiempos de zozobra en Occidente, y yo, al cumplir 50 años, también. Así que decidí trasladarme con mi familia para vivir un año escolar en Roma, experimentando la ciudad desde la madurez y compartiendo esa parte de mí con mi esposa y, sobre todo, con mi hijo. Como fotógrafo y creador, sentía una deuda personal con la ciudad; no podía avanzar en la vida sin dejar un rastro de mi relación con Roma.

Mis amigos romanos me advertían: “No vuelvas a Roma”. Pasé meses fotografiando la ciudad, recorriendo una y otra vez lugares conocidos, reflexionando sobre lo que cada rincón evocaba y tratando de entrelazar esos pensamientos en una narrativa que hoy define gran parte de mi trabajo. Construir una narrativa de doble carril donde las imágenes y las palabras discurren como un todo disociable pero idealmente unitario.

Roma actúa como transmisor a lo largo del tiempo y el espacio de las raíces culturales de la antigua Grecia

Enfoqué esta tarea con la libertad total que brinda la ausencia de un encargo, sin pensar en nadie más que en mí mismo. Disparé de manera intuitiva, siguiendo sensaciones y disfrutando del puro placer de hacer lo que quería. Mis lugares, mis encuadres, mis colores, mis personajes. Mis percepciones dispersas, esperando ser recompuestas como un rompecabezas más adelante. Mientras tanto, mis cuadernos de notas se llenaban de frases, pequeños pensamientos fugaces cuyo destino aún no conocía por completo.

El proceso de edición fue muy largo, ya que debía componer un artefacto multidimensional sin tener una imagen de referencia y sin conocer las técnicas de construcción.…

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