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Candida Höfer

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Candida Höfer. Palazzo Vecchio Firenze I, 2008. Courtesy of the artist.

Palaces

Antesalas, despachos, salas de juegos, alcobas y salones de recepción, galerías y bóvedas, espacios vacíos esperan a Candida Höfer (Eberswalde, Alemania, 1944) momentos antes de que cobren vida. Son los verdaderos protagonistas, los albergues del poder, independientemente de las manos que lo ejerzan. Son los espacios los que permanecen y su personalidad, su magnificencia y su carácter altivo se recoge en un único retrato, continente de todas las monarquías que lo protagonizaron. La fotógrafa se sumerge en el espacio, convive con él durante largos tiempos de exposición hasta que la luz, natural o artificial pero siempre original del lugar, baña las estancias con su claridad.

El espacio del poder anulado, en estas fotografías de Höfer, actualiza y revaloriza su solemnidad gracias al valor de la obra de arte

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Candida Höfer. Palacio Nacional de Sintra I, 2006. Courtesy of the artist.
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Candida Höfer. Hermitage St. Petersburg XV, 2014. Courtesy of the artist.

Las fotografías contienen todos los detalles de un tiempo grandioso, de un tiempo pasado que pesa más que el presente. Entre todos los espacios del poder, los palacios apenas hoy cobijan grandes decisiones, ideologías, leyes, acuerdos y doctrinas que rigen el mundo. La mayoría son espacios destronados, abandonados por otro tipo de poder o simplemente por otros espacios más modernos. Son ya espacios decorativos, espectaculares que poco a poco han ido perdiendo su capacidad de reinado, quedando ahora relegados al turismo, a la mera contemplación de un poder relegado. Palacios que son hoy museos, monumentos ya sin la capacidad para cambiar el mundo que un día tuvieron. El espacio del poder anulado, en estas fotografías de Höfer, actualiza y revaloriza su solemnidad gracias al valor de la obra de arte. No son fotografías de arquitectura sino de espacios que contienen algo más que el ADN que sus arquitectos y sus regentes concibieron como infraestructura de poder. Alojan la temporalidad inasible del tiempo presente, el vacío y el extrañamiento de lo irreal. El espacio físico fotografiado se eleva a concepto, se vuelve todopoderoso, inhabitable e inhumano, atemporal y eterno.

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