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Branislav Kropilak

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Branislav Kropilak. Garages no. 05, 2005. Courtesy of the artist.

La imagen inhóspita. Garajes, gasolineras y vestíbulos

Ante nuestra mirada inquieta, las fotografías de Branislav Kropilak testimonian una realidad distante, superficial, deshumanizada. Las imágenes se suceden en serie bajo una misma temática, una tras otra. En todas ellas, aparecen superficies brillantes, coloridas, planas, artificiales. Después de largo rato de contemplación, nuestra mirada se agota, se exaspera, desiste en su ansiosa búsqueda por hallar un resquicio de vida, un cobijo, una morada. Allí donde cabría esperar algún signo de presencia humana —el trajín, el ruido, la circulación irrefrenable de los coches, el intercambio de las miradas, la velocidad de los cuerpos—, no queda ni un hálito de vida. “¿Hay alguien?”, preguntamos con voz temerosa. No encontramos respuesta alguna, solo el eco de nuestra propia voz que golpea contra las paredes de un garaje infinito. Todos se han ido a otra parte, a otro lugar. Allí por donde habitualmente pasamos sin pausa, sin miramientos, ya nada pasa, nadie pasa. Todo queda a la vista y, sin embargo, da la sensación de que algo o alguien se esconde en algún sitio. “¿Dónde está todo el mundo?”, “¿y el fotógrafo?”, susurramos mientras nos tiembla la voz.

Las series fotográficas del autor eslovaco Branislav Kropilak, Garages, Gas Pumps y Lobbies, están dedicadas a capturar no-lugares, es decir, espacios inhabitados e inhabitables marcados por el ir y venir, el entrar y salir de gente —jamás por el quedarse, el hacer hogar, el hacer lugar—. Sin embargo, ninguno de estos no-lugares cumple con su función, tampoco con nuestras expectativas. En el parking no hay coches, en el vestíbulo no hay tránsito y en la gasolinera nadie echa gasolina. Kropilak registra espacios al desnudo, sin ningún tipo de huella humana —de algún paseante extraviado o de un niño que juega a la pelota—, tampoco del propio artista, que toma distancia y no se involucra afectivamente con el entorno, que no se deja ver en la imagen. Su trabajo fotográfico consiste así en un ejercicio aséptico de distanciamiento. El resultado que nos ofrece consiste en un cúmulo de fotografías que parecieran instantáneas realizadas por un ojo maquínico: testimonios de un robot que se posiciona frente a espacios y objetos ante los cuales el ciudadano no detiene la mirada ni su caminar.…

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