Paisajes después de la batalla
El título que encabeza esta presentación, ha sido tomado en préstamo de una película que Andrzej Wajda dirigió en 1970 a partir de un texto del escritor Tadeusz Borowki sobre la Polonia de 1945, que para el autor polaco era un país en el que confluían paisajes de todas las guerras, las ganadas, las perdidas y las que todavía persistían. Pero también el título hace referencia a una novela que Juan Goytisolo publicó en 1982 y, a pesar de que en este caso el autor se refería a un paisaje urbano que mostraba las huellas dejadas por altercados sociales, por su simplicidad y su concisión en ambos casos, parecía el encabezamiento idóneo para introducir la serie de 20 fotografías “Campos de Batalla” que María Bleda y José Mª Rosa realizaron entre 1994 y 19961En el momento de escritura del presente texto, el trabajo estaba compuesto por 20 fotografías y había sido desarrollado entre 1994-1996. Con posterioridad, en 1999, Bleda y Rosa completaron el bloque de batallas en la península con una fotografía realizada en Portugal..
La primera reflexión que surge ante cualquiera de las fotografías de esta serie se dirige ineludiblemente a las múltiples lecturas que puede ofrecer una imagen más allá de la realidad que nos muestra, aspecto éste que ha sido tema de reflexión continuada desde que la fotografía fue adquiriendo un puesto de relevancia en la historia del arte y de la cultura, y así, nuevas aproximaciones, desde el surrealismo hasta nuestros días, contribuyeron a ampliar sensiblemente el campo dedicado a la teoría sobre la imagen.
El segundo aspecto surgido, y ya específico al tema que propone la serie, se referiría a los vínculos entre fotografía y guerra, puestos ya de total manifiesto durante la Guerra de Secesión norteamericana entre 1861 y 1865 y que, transcurrido más de un siglo, no dejan de seguir aportando constantes ejemplos de imágenes fotográficas, entendidas como “testigos de la historia”, según diría Vilém Flusser. Fue precisamente este filósofo quien poco antes de morir, en 1991, escribió que la fotografía “tiene por su esencia una función rompedora de la historia, comparable a la guerra” y a continuación concretaba, “ambas irrumpen en el flujo de la historia, lo detienen, lo retienen y abren espacio para la antihistoria. Para ambas, guerra y fotografía, los sucesos no son más que un pretexto para intentar romper la historia con el propósito de descubrir tras ella aquello que no sucede, sino que está ahí”2Flusser, V.…
Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO
Suscríbete