La certeza de la duda
Annika Elisabeth von Hausswolff (Gotemburgo, Suecia, 1967) trabaja la fotografía desde el misterio, explorando los límites entre ficción y realidad. Experta en crear escenas perturbadoras, cercanas al surrealismo, sus imágenes dejan cabos sin resolver, situando al espectador en una posición voyerista. Los objetos y figuras protagonistas son orquestados para ser observados, pero se ocultan parcialmente de quien los mira. Sus fotografías nos obligan a recorrerlas varias veces con nuestra mirada, generando siempre preguntas sobre aquello que se intuye, que se ve, o que se oculta.
Von Hausswolff pertenece a una generación de fotógrafos suecos que, a principios de la década de los noventa, desarrollaron el denominado arte basado en la fotografía. Esta nueva generación de artistas, influidos por las teorías postmodernistas y postestructuralistas, así como por las derivas de la fotografía documental de los setenta y las exploraciones subjetivas, poéticas y artísticas de los ochenta, establecieron desde sus prácticas un diálogo crítico que ponía en cuestión y repensaba estas tradiciones. En el caso de von Hausswolff, sus fotografías beben también de toda la tradición de la fotografía clásica y su relación con la historia pictórica. La artista utiliza las escenificaciones y los imaginarios asociativos para generar imágenes en las que se diluye la certeza de realidad y ficción, en las que escenarios y objetos cotidianos se transforman en presencias inquietantes que atrapan la curiosidad de nuestra mirada.
La artista mezcla en su obra la ambigüedad de la fotografía y la certeza de la escultura. Su staged photography genera imágenes sometidas a un proceso de planificación, construcción y escenificación que es luego inmortalizado con la cámara. Su producción artística, especialmente en sus inicios, evidencia una fuerte influencia de las novelas y revistas sobre crímenes suecos. Asimismo, la violencia, los juegos de dominación, los roles de género y el psicoanálisis son temas recurrentes en su producción artística. Sus imágenes tienen tintes melancólicos, solitarios y surreales, generan escenas cuasi oníricas en las que algo extraño y siniestro se intuye latente. Los objetos que las protagonizan, manipulados, retorcidos, sostenidos y desubicados adquieren cualidades escultóricas. Muestran, a menudo, los trazos de un cuerpo ausente.
Cuando el protagonismo es encarnado por figuras humanas, estas resultan inalcanzables, esquivas, sus rostros están parcialmente ocultos, rehúyen el contacto y se esconden de nuestra mirada: nos niegan su identificación.…
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