La invención del paisaje. El jardín como evocación
«A la invención del paisaje occidental contribuyeron, por una parte, la desacralización y la naturalización de los elementos paisajísticos (árboles, ríos, grutas, etc.), y por la otra la Ilustración, que transformó la percepción de la naturaleza y, por consiguiente, el modo de valorarla y apreciarla. La valoración estética del paisaje va asociada a la aparición de una nueva sensibilidad hacia la naturaleza, que podríamos calificar de romántica, que desarrolla y cultiva la noción de «sublime». Con ese concepto se intenta expresar la ambivalente emoción que provocan las tierras vírgenes y los grandes espacios naturales no sometidos al hombre: un deslumbramiento no exento de horror, un placer que raya con la angustia, un gozo que limita con la repulsión. Si lo bello proporciona placer, lo sublime procura en palabras de Edmund Burke: «una especie de horror delicioso, una especie de tranquilidad teñida de terror». En su desolada majestad las cumbres rocosas de las montañas, la inmensidad del mar bravío, la solemne soledad de los bosques o la furia desatada de la tempestad, a un mismo tiempo repelen y cautivan, fascinan y espantan, sobrecogen y deleitan con su estremecedora y desasosegante belleza.»
Jardinosofía, Una historia filosófica de los jardines Santiago Beruete, editorial Turner (2016)
Para mí el jardín es un espacio idílico que seduce por su frescura, deleita con el olor de sus flores y su calma.
Teresa Serrano, artista. México.
El jardín es el eco del Paraíso perdido.
Julio Llamazares, escritor y periodista. España.
Tiergarten. Jardín de las bestias. Un jardín romántico alemán.
Pasear por el Tiergarten es como estar metida dentro de un cuento: me siento como aquella niña que fui, y que había olvidado. El paisaje me acerca a aquellas emociones de la infancia parecidas a la plenitud y la felicidad. Es difícil describir la excitación tan intensa que me produce este parque, que a veces se transforma en bosque y a veces en jardín. Es una exaltación de la naturaleza frente a la razón.
Y sí, tardé unos días en entender que aquello era un escenario que alguien había diseñado para provocar en el espectador todos aquellos estados de ánimo: sorpresa, misterio, fascinación, alegría, tristeza… Eso fue lo que me engancho más.…
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