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Renace la voz de Ana Mendieta en el MUSAC

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Ana Mendieta, Untitled [Sin título], 1973. © The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC. Cortesía The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC y Galerie Lelong & Co., New York / VEGAP, Madrid, 2024

No hay pasado original que redimir: existe el vacío, la orfandad, la tierra sin bautizar de los orígenes, el tiempo que nos mira desde dentro de la tierra. Hay, sobre todo, la búsqueda del origen.

Ana Mendieta

Con esta cita empieza Ana Mendieta. En búsqueda del origen, la exposición que el MUSAC de León inauguró el pasado sábado 27 de enero, y que se felicita de ser la mayor muestra individual dedicada a la artista en nuestro país. Siguiendo de manera cronológica y temática la obra de Mendieta (La Habana, Cuba, 1948 – Nueva York, Estados Unidos, 1985), las salas 3, 4 y 5 del museo leonés reúnen más de 100 obras que cubren los campos de la fotografía, el vídeo, la escultura, la instalación, el dibujo y la pintura, y entre las que están presentes sus famosas series Siluetas y Esculturas rupestres.

El equipo curatorial ha conseguido que la voz de la artista tenga un gran protagonismo; entre otras razones, para evitar malinterpretaciones de su obra. De ahí que nos guíe y acompañe por toda la muestra, a través de algunos de sus escritos, grabados en la pared. En otra de las inscripciones puede leerse:

He estado manteniendo un diálogo entre el paisaje y el cuerpo femenino (basado en mi propia silueta). Creo que esto ha sido resultado directo de haber sido arrancada de mi tierra natal (Cuba) durante mi adolescencia. Estoy abrumada por el sentimiento de haber sido arrojada del vientre (la naturaleza). Mi arte es la forma de restablecer los lazos que me unen al universo. Es un retorno a la fuente materna.

Ana Mendieta

Y es que, entre las lecturas no del todo correctas de su obra, se encuentra la que, ya en vida de la artista, asoció la pose de sus Siluetas —un cuerpo femenino con los brazos levantados hacia el cielo— con la de la gran diosa, la diosa madre. A partir de un determinado momento, Mendieta suprimió los brazos, estilizando la imagen para hacerla más universal y para enfatizar la idea de la integración del cuerpo en la naturaleza, que es la que quería transmitir con su obra. Se trataba de conectar naturaleza e historia como expresión de su propio deseo de recuperar su tierra natal perdida.

Lo inefable encuentra un medio de expresión, a través de la huella del cuerpo en la naturaleza

Como destaca uno de los comisarios de la muestra, el director del MUSAC Álvaro Rodríguez Fominaya, Mendieta prefirió no encasillarse en ninguna categoría; es cierto que se consideraba feminista, que cultivó el body art y el land art, pero no quería ser asociada con etiquetas que pudieran marginarla (podía hacerlo el feminismo, en aquellos años setenta). Ya fue suficientemente difícil la integración de Mendieta en un país que no era el suyo, tan joven y prácticamente sola. Mendieta llegó a Estados Unidos, desde su Cuba natal, con 12 años, tras la revolución de Fidel Castro; llegó con su hermana, a través de la Operación Peter Pan y, a los cinco años, se reunió por fin con su madre y su hermano. Su padre se quedó en Cuba, detenido por actividades contrarrevolucionarias.  

Ana Mendieta, Untitled: Silueta Series, Mexico [Sin título: Serie Siluetas, México], 1976. © The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC. Cortesía The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC y Galerie Lelong & Co., New York / VEGAP, Madrid, 2024

A diferencia de la exposición que pudimos ver recientemente en el Jeu de Paume de París, centrada en sus piezas fílmicas, en la del MUSAC prima la obra plástica y fotográfica. Entre las aportaciones de la exposición encontramos doce obras nunca antes expuestas, como varios cuadros de cuerpos femeninos inspirados en el arte precolombino y mesoamericano, fechados entre 1969 y 1971, cuando cursaba pintura en la Universidad de Iowa; aquello fue antes de matricularse en el importante programa de Intermedia, dirigido por el artista alemán Hans Breder, y de redirigirse hacia formatos más experimentales, hacia el body art y el vídeo. Además, se muestran varias fotografías inéditas (descubiertas en septiembre de 2022), algunas copias de época, diversos dibujos recuperados de sus archivos y la recreación de una instalación. Esta última es Untitled: Silueta Series, un bosque en el centro del cual se percibe una Silueta de musgo, que fue creado en 1978 dentro de la Amelie A. Wallace Gallery, State University de Nueva York, y que ha sido reproducido en las salas del MUSAC con materiales de la región de León.

Mendieta trabajó sobre todo en tres lugares: Iowa, México (especialmente Oaxaca, adonde viajó para estudiar arqueología) y Cuba (adonde volvió por primera vez desde su partida en 1980, para realizar sus Esculturas Rupestres, en el parque Escaleras de Jaruco). En sus primeros trabajos utiliza su propio cuerpo, que documenta en forma de diapositivas, fotografías y películas. En la muestra se puede ver Untitled (Glass on Body Imprints) (1972), donde experimenta con la plasticidad de su figura desnuda al fotografiarse presionando contra sí misma placas de vidrio. También están presentes las primeras obras donde aborda la fusión con la naturaleza, como Untitled (Grass on Woman) (1972), donde oculta su cuerpo bajo una gruesa capa de hierba tomada del suelo, o Bird Transformation (1972), en la que cubre a una modelo con plumas blancas. Posteriormente, la artista comenzó su serie Siluetas, de la que Imagen de Yágul (1973) es la primera pieza; se trata de una silueta en la playa de La Ventosa rellenada con pigmento rojo, que el mar borrará en cuanto suba la marea.

Mendieta dialoga con la naturaleza en una relación no jerárquica en la que el cuerpo participa de igual a igual

Y es que la obra paisajística de Mendieta tenía un voluntario carácter efímero. No la concibió para que permaneciera en el paisaje; por eso apenas se percibe hoy en día, muy pocas piezas han sobrevivido. De la misma manera, explora los elementos de la naturaleza (agua, tierra, aire y fuego) sin alterarlos, respetando su forma original, dialogando con ellos en una relación no jerárquica en la que el cuerpo participa de igual a igual. Su obra consigue poner en diálogo nociones que podrían resultarnos contradictorias: lo inmaterial y lo material, lo visible y lo invisible, lo permanente y lo efímero. De este modo, lo inefable encuentra un medio de expresión, a través de la huella del cuerpo en la naturaleza.

La santería tiene cabida en la obra de Mendieta. Su acercamiento es de tipo antropológico, como en el caso de la mitología egipcia (en la exposición hay un bello dibujo del ojo de Osiris, realizado durante un viaje a Egipto), los mitos originales (que trabaja a través de las esculturas en roca y las Venus realizadas en arena o tierra) o el arte rupestre. Y la muerte, aunque no predominante en su obra, está también presente en alguna de sus piezas, como en Ñáñigo burial (1976), Silueta cuyo contorno está formado por velas negras. La pieza ha sido recreada durante la inauguración: las velas fueron encendidas por el personal de la galería que representa a la artista, la neoyorquina Lelong & Co., y por su sobrina Raquel Cecilia Mendieta, y se encenderán de nuevo cada luna llena, de aquí al final de la exposición.

Lo hayan querido los astros o no, el inicio de la exposición coincidió con el fallecimiento del máximo exponente del minimalismo Carl André, quien fuera su pareja y sospechoso de participar en la trágica muerte de Mendieta en 1985, arrojada desde el 34º piso de su apartamento en Nueva York. Tras un juicio, se le absolvió, pero su inocencia siempre se ha puesto en entredicho. En la inauguración, ante la pregunta de una curiosa asistente, el comisario atajó afirmando que “no vamos a elucubrar cosas que no sabemos. Estamos aquí para hablar de la obra de la artista”. El equipo del museo se ha blindado ante posibles referencias a André, y razón no le falta. Como en el caso de otros tantos artistas desaparecidos en trágicas circunstancias1Pensemos en Francesca Woodman, quien por cierto estudió entre 1975 y 1978 en la Rhode Island School of Design, Providence, donde Mendieta fue artista visitante en 1984., Mendieta ha sido blanco del sensacionalismo y del morbo; no hay artículo que no mencione el tema y que derive la importancia de su obra a un segundo plano.  

Cómo habría sido su evolución artística si no hubiera fallecido a los 36 años: habría seguido explorando la senda del arte público, del trabajo con madera y de los proyectos “site-specific” en bronce

El equipo curatorial es extenso. Además de Álvaro Rodríguez Fominaya (quien anteriormente fue director del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, C3A, Córdoba), la exposición ha sido comisariada por el recientemente fallecido Vincent Honoré, que hasta diciembre de 2023 fuera director del MO.CO. de Montpellier (museo donde se concibió la exposición, y donde se expuso desde junio hasta septiembre del pasado 2023), por Rahmouna Boutayeb, conservadora de la misma institución, y por David Lemaire y Marie Gaitzsch (conservadores del Musée des beaux-arts La Chaux-de-Fonds, Suiza, última sede de la exposición, que la acogerá a partir de julio de este año).

La citada Raquel Cecilia Mendieta ha supervisado todo el proceso; su presencia en todo proyecto expositivo sobre la artista es indispensable. Además de sobrina de la artista y gestora de su legado, es cineasta, especialista en la obra de Mendieta. En los últimos años ha estado trabajando en la restauración digital de la obra fílmica de su tía, así como estudiando su obra y plasmándola en varios cortometrajes. Lleva unos 10 años preparando un largometraje documental, cúlmen de su investigación, que verá la luz dentro de no mucho. Su corto Nature Inside (2015) fue proyectado con motivo de la inauguración de la muestra, seguido de una conversación con Rodríguez Fominaya.

Ana Mendieta, Bacayu (Esculturas Rupestres) [Luz del día (Esculturas rupestres)], 1981. © The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC. Cortesía The Estate of Ana Mendieta Collection, LLC y Galerie Lelong & Co., New York / VEGAP, Madrid, 2024

En dicha conversación, Raquel Cecilia afirmó que Mendieta investigaba y se documentaba mucho antes de hacer cada pieza, lo que fue alargando el proceso de creación de cada una, que en las primeras etapas había sido mucho más rápido. También reflexionó sobre cómo habría sido su evolución artística si no hubiera fallecido a los 36 años: habría seguido explorando la senda del arte público, del trabajo con madera y de los proyectos site-specific en bronce que había iniciado al final de su carrera (en su estancia en Roma becada con el Prix de Rome, concedido por la Academia Americana).

La pequeña talla de las fotografías de Mendieta (que usaba cámaras de reducido formato, más accesibles y cómodas para revelar) y la temática intimista y recogida de su obra hacen que esta se pierda un poco en los difíciles espacios del MUSAC, grandes y fríos. Sin embargo, el ambiente creado para la instalación Untitled: Silueta Series y, sobre todo, las proyecciones —Ocean Bird (Washup), 1974; Untitled (Mirage), 1974; Corazón de roca con sangre, 1975; Energy Charge, 1975; Anima, Silueta de Cohetes (Firework Piece), 1976; y Ochún, 1981—, suben la energía, restableciendo el sentido de su obra en todo su esplendor.  

La muestra comparte el espacio con Epílogo, la exposición pensada por Gilberto González (ex conservador del CAAM y ex director artístico del TEA de Tenerife) a partir de 27 obras de la Colección MUSAC. Haciendo referencia al final de la historia en el que la humanidad parece encontrarse, Epílogo reúne, en torno a la idea de la transmisión de la historia a través del patrimonio, nombres españoles y extranjeros como Ibon Aranberri, David Bestué, Bleda y Rosa, Cabello / Carceller, Diller + Scofidio, Carmela García, Dora García, Douglas Gordon & Philippe Parreno, Candida Höfer, Pierre Huyghe, William Kentridge o Superflex. A diferencia de anteriores ediciones, esta muestra está pensada para exponer de forma permanente la colección del museo, hasta ser renovada en la próxima edición.  

(Ana Mendieta. En búsqueda del origen, MUSAC de León, hasta el 19 de mayo de 2024)

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    Pensemos en Francesca Woodman, quien por cierto estudió entre 1975 y 1978 en la Rhode Island School of Design, Providence, donde Mendieta fue artista visitante en 1984.