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Jugar sin reglas

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Brotherus

Elina Brotherus, Baloon Dash, 2017.

Elina Brotherus se instala en la galería de fotografía del Centro Pompidou para la octava edición de Carte Blanche. La artista finlandesa ha centrado su propuesta alrededor del mundo del juego y su trabajo, acompañado de textos de la historiadora del arte y crítica Abigail Solomon-Godeau, podrá visitarse hasta el 22 de octubre.

El término “reglas del juego” es en sí mismo una paradoja pues, el juego, debe ser algo espontáneo y que presuponga la existencias de márgenes de libertad. El juego, para Elina Brotherus, debe supone un momento de relax capaz de convertirse en un momento de extrema locura. Las reglas se convierten, en este contexto, en un elemento profundamente restrictivo que limita la libertad que debe existir en torno al juego y que, aunque en ocasiones tengan la capacidad de organizar el mismo, potencian también la existencia de ganadores y perdedores, dando lugar a un importante grado de competición –esperanza y decepción– restando, así, la dimensión lúdica propia del juego.

En el trabajo de Elina Brotherus se vislumbra una importante influencia de la commedia dell’arte

El juego sujeto a reglas es distinto al juego propio de los niños y, este hecho, es algo que algunas lenguas son capaces de distinguir: “play” y “game” en inglés, “leikki” y “peli” en finlandés y “zabawa” y “gra” en polaco son algunos ejemplos. Es el paso entre el uno y el otro lo que representaría el paso entre la infancia y la vida adulta, el paseo entre la despreocupación y la carga de responsabilidades, entre lo impulsivo y lo serio, lo contenido. ¿Qué sucedería si este paso no tuviese lugar? ¿Qué pasaría si dejásemos entrar la locura el los juegos serios? Botherus se hace valer de la ambigüedad para otorgar a los juegos reglados su dimensión lúdica. En este sentido, en el trabajo de Elina Brotherus se vislumbra una importante influencia de la commedia dell’arte, al representar escenas de una manera esquemática y exagerada que permiten visibilizar estructuras enfermizas de nuestra sociedad y también, de los dadaístas, en donde lo absurdo estaba presente.

Pero es Fluxus la influencia más evidente y que Elina Brotherus hace expresamente visible en este proyecto. En este sentido, Brotherus ha colaborado con Vera Nevanlina, una antigua amiga que, a día de hoy, es bailarina y coreógrafo y trabaja estrechamente con Deborah Hay, antigua colaboradora de Merce Cunningham y miembro del Judson Dance Theater. Son esta serie de relaciones las que definen la relación del proyecto de Brotherus con Fluxus, pues los vínculos entre los bailadores de Cunningham y Fluxus eran verdaderamente cercanos.

(Carte Blanche de Elina Brothersus en el Centro de Fotografía del Pompidou. Hasta el 22 de octubre)