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Fallece Helena Almeida, fotógrafa y coreógrafa del cuerpo

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Helena Almeida

Helena Almeida, una de las artistas portuguesas con mayor reconocimiento internacional, ha fallecido a la edad de 84 años. Su obra sintetiza algunas de las más importantes derivas y transgresiones que ha vivido el arte fruto de la crisis de la modernidad: la hibridación de medios, la performance o el uso del cuerpo. En este sentido, para Helena Almeida, el cuerpo ha sido el objeto central de su trabajo, elemento que a través de la fotografía y el gesto le ha permitido construir una nueva representación de lo femenino.

Nacida en Lisboa en 1934, Helena Almeida no se dedicó de inmediato a la exploración y experimentación a través del arte. Tras pasar por la Escuela de Bellas Artes de Lisboa se casó con Artur Rosa, formaron una familia y, entonces, abandonó Lisboa para dirigirse a París, el entorno ideal para explorar desde lo artístico. En la capital francesa se impregnó de cada uno de los movimientos artísticos que ahí tenían lugar y, sin involucrarse especialmente en ninguno, empezó a desarrollar su propio lenguaje: piezas que iban más allá de los marcos, gestos que transgredían toda norma.

Para Helena Almeida, el cuerpo ha sido el objeto central de su trabajo, elemento que a través de la fotografía y el gesto le ha permitido construir una nueva representación de lo femenino

Con la ayuda de su marido Artur Rosa, la persona que efectuaba cada disparo fotográfico, Helena Almeida obtenía una serie de imágenes corporales que, posteriormente, pintaba en azul con amplios trazos gestuales. Esta mezcla de fotografía y pintura buscaba deconstruir determinados mitos asociados al arte. El primero de ellos: la pureza lingüística impuesta durante la modernidad y que afectó con especial virulencia a la pintura. Identificada con lo masculino, la pintura se convirtió en un medio de y para la exclusión de la corporeidad femenina. De ahí que la estrategia elegida por Almeida fuera abrir sus límites, hibridarla con la fotografía, romper definitivamente su perímetro disciplinario, tornarla en algo impuro y plural. Además, mediante los gestos pictóricos en azul, Almeida se reapropió de su cuerpo.

Buscaba en todos los lados, pero siempre volvía a su cuerpo, a sus pies, a sus piernas, últimamente su obsesión eran las manos

A partir de 1975, Almeida explora otras disciplinas donde se funden mejor la relación de la obra y el autor, el espacio de la obra y el cuerpo del artista; para ello combina pintura, fotografía, diseño y performance. Nunca fue de interpretaciones ni de grandes análisis de su obra. Buscaba en todos los lados, pero siempre volvía a su cuerpo, a sus pies, a sus piernas, últimamente su obsesión eran las manos. Sus fotografías circulan por las grandes galerías y residen en museos y fundaciones de todo el mundo. Hace unas semanas, se clausuró en Lisboa la exposición de la Fundación Arpad Scenes. Al mismo tiempo, inauguraba en la galería madrileña Helga de Alvear y tenía otra exposición en la Tate Modern de Londres.