El artista conceptual alemán Hans-Peter Feldmann, nacido en Hilden, Düsseldorf, Alemania, en 1941, fallecía el pasado 24 de mayo.
Hay artistas que incluyen en su obra modestas críticas a la industria cultural y a la sociedad de consumo visual. Otros, como Hans-Peter Feldmann, fundamentan su trabajo en una lucha constante contra la mercantilización del arte. Con humor e ironía, se dedicó a atacar directamente la sobreproducción visual de la sociedad de consumo capitalista. Es una de las razones que le llevaron a los márgenes del mercado artístico y que lo convirtieron en un desconocido en la escena artística europea durante décadas.
Suele recordarse que Feldmann creció en una Alemania de postguerra donde no había imágenes, y esa ausencia la resolvió coleccionando las pocas que encontraba: fotocopias, reproducciones o fotografías de aficionados, que recortaba, juntaba en series y pegaba en álbumes, recontextualizándolas e invitando al espectador a crear su propia lectura. Tras estudiar pintura en la Universidad de Arte y Diseño Industrial de Linz, Austria, empezó a crear libros de artista y múltiples con fotografías en apariencia insustanciales, carentes de solemnidad o de gran valor estético, como imágenes de rodillas, de radios de coche o de ropa desordenada. Presentadas sin texto, se trata de imágenes en el sentido alemán del término, idioma donde bild (imagen) es la única palabra destinada a lo que en inglés (lengua de referencia de la historia del arte y de los estudios visuales) se traduce bien como image bien como picture. Es decir, una única palabra que reúne en sí misma arte elevado y cultura popular.
Igual que hacía con las imágenes, Feldmann gustaba de trabajar con objetos de la vida cotidiana, como postales, juguetes, muebles o prendas de ropa, presentándolos en enormes instalaciones y concediéndoles un estatus artístico que confirmaba a través del título elegido para la mayoría de sus exposiciones: “Una exposición de Arte”. Algo evidente, quizás, si el lugar de encuentro con esos objetos era, por poner un ejemplo, el Museo Reina Sofía de Madrid (como fue el caso de la retrospectiva homónima celebrada del 22 de septiembre de 2010 al 28 de febrero de 2011). Pero era una actitud que pretendía llamar la atención, de nuevo, sobre la banalidad del objeto artístico en sí y sobre la importancia del proceso y del gesto; el gesto, desprovisto de apego emocional, de encontrar, elegir y presentar; de informar y mostrar. Un gesto, en definitiva, muy duchampiano. Pero, a diferencia de Marcel Duchamp, Feldmann no firmaba sus obras; las producía en series ilimitadas, en copias sin numerar.
Entre las obras más destacadas cabe recordar 9/12 Frontpage, 2001, una instalación formada por las portadas de unos 150 periódicos de todo el mundo, informando todos, al unísono, de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Otra obra del mismo año, 100 Years, se compone de 101 fotografías (esta vez realizadas por el propio Feldmann) de amigos y conocidos de entre ocho meses y 100 años.
En 2010 fue galardonado con el Hugo Boss Prize, concedido por el Solomon R. Guggenheim. La exposición resultante, celebrada en dicho museo neoyorquino, consistió en los 100.000 billetes de 1 dólar con que fue premiado, demostrando una vez más que la importancia del arte no reside en su valor monetario sino en la reacción que genera en su público. “Cuando alguien lo ve y experimenta es cuando el arte sucede”, dijo en una entrevista en 2015.
Además de la citada del MNCARS, el alemán disfrutó de exposiciones en el Malmö Konsthall de Malmö, Suecia, la Pinakothek der Moderne de Múnich, Alemania, Les Rencontres d’Arles en Francia o las Serpentine Galleries de Londres, Reino Unido. Además, participó en la documenta 5 y 6 de Kassel, Alemania, la Bienal de Venecia de 2003 y 2009 o la Bienal de São Paulo de 2012. Su obra puede encontrarse en el Fotomuseum Winterthur, Suiza, el MACBA de Barcelona o el Hamburger Banhof de Berlín.